Deja un legado imperecedero de conocimientos y sapiencias

Con desmaterialización este 3 de julio de Tirso Mejía Ricart, el país pierde a uno de sus hijos más referenciales, y el genoma humano a un testigo digno de su especie.

La alzada física de Tirso Mejía Ricart siempre porfió con su estatura moral, repercutida en su febril rol de secundador del movimiento cívico-militar que intentó restituir al presidente Juan Bosch luego de ser derrocado por los remanentes más atrasados y corruptos de la sociedad dominicana.

Recuerdo su incontenida pasión por esos ajetreos, acompañándolo a redactar manifiestos en la residencia de sus padres, el historiador Gustavo Mejía Ricart, calle 19 de Marzo, cercana a Regina Angelorun, en los tórridos y peligrosos episodios de la Guerra de Abril l965.

Tirso Mejía Ricart, con su sin vacaciones preocupación por los mejores intereses de su país, redactó el proyecto para dividir al GSD en alcaldías, de manera de propiciar un manejo más posible y eficiente, concerniente problemas edilicios de cuatro millones de habitantes.

Fungió profesor de psicología, facultad que fundó en la UASD, escribiendo y publicando varios volúmenes de esa disciplina, y ejerciendo la cátedra universitaria, deja un legado imperecedero de conocimientos y sapiencias, material de estudio para profesores y alumnado de esa disciplina.

Su inagotable pasión por aportar lo mejor suyo a su sociedad, la exteriorizó además en sus profundas meditaciones que difundió en sus colaboraciones a diarios, especialmente en los últimos dos decenios a Hoy.

El nombre de su progenitor e historiador Gustavo Mejía Ricart que ostenta una importante vía del DN, debe añadir por resolución capitular una vía con su nombre, idéntico a su hermano Gustavo, expedicionario de 1959, cobardemente asesinado por Ramfis Trujillo.

Loor a su nombre egregio.

Indeleble su memoria.