El drama del príncipe Hamlet: ser o no ser, en algún modo, se refleja en la actitud del licenciado Danilo Medina al postergar su decisión de quién será su compañero o compañera de boleta en la contienda electoral que se avecina. Escoger al candidato o candidata vice presidencial debió ser una de sus prioridades, pero ha dejado pasar el tiempo, a pesar de no tener muchas opciones. El Lic. Danilo Medina cree que, postergando su decisión, vende la imagen de que él es un candidato sin ataduras, que hará lo que tiene que hacer, de acuerdo con su propio criterio, sin rendir pleitesías ni plegarse a nadie, porque él es el candidato presidencial elegido por su Partido para que, una vez ganadas las elecciones pueda: continuar las cosas buenas, corregir las que están malas y hacer lo que nunca se ha hecho (sic), labor de cíclope, de un solo ojo, que hasta ahora sólo ve la paja ajena.
Vender la idea de su independencia, y demostrarlo es de vital importancia para el candidato Danilo Medina, porque de actuar libremente ahora, en la delicada escogencia de su compañero o compañera de boleta, imponiendo sus convicciones a quienes, desde el otro litoral de su propio partido, le condicionan, seguro que su candidatura se proyectará con mayor vigor y ganará, no sólo entre sus adeptos, una mayor credibilidad y confianza como futuro gobernante capaz de hacer viable su promesa de campaña.
Por lo contrario, si se deja convencer, por temor, debilidad o por conveniencia, del ala oficialista que desde el poder le adversa, y opta por la elección de la Primera Dama al margen de que ésta represente una candidatura atractiva para sus seguidores y, particularmente para quienes comparten y son beneficiarios directos de la labor gubernamental del Presidente y simpatizan con las aspiraciones continuistas del mandatario, esa escogencia, vista desde afuera, será percibida por un importante segmento de la población de que el candidato Medina será uno más a bordo, no el capitán del barco, con rumbo y destino diferente a quienes, durante los últimos ocho años, han conducido la nave del Estado.
Pero seamos justo. El Lic. Danilo Medina no tiene otra alternativa para llegar al Ejecutivo que no sea el soporte de la maquinaria política de su partido y los recursos del Estado que administra el Jefe del Gobierno y los que hoy detentan el poder fáctico.
Decidirse por una opción distinta a la Primera Dama sería desafiar, virtualmente, el poder que representa no sólo el Presidente de su Partido, sino el líder carismático que, a pesar del último resultado del Barómetro-Latino, hoy por hoy y mientras ocupe la silla presidencial, concentra en sus manos el control de los demás organismos de Estado y cifra sus esperanzas en volver y volver luego de agotado este corto período de cuatro años de gobierno. Para Medina, el drama de Hamlet:To be or not to be, that is the question. se convierte en tragedia.