Toda la protección para Fausto

<P>Toda la protección para Fausto</P>

 He leído con azoro en El Nacional que el periodista Fausto Rosario Adames, director del diario digital Acento, ha denunciado una supuesta trama para matarlo en la que participarían dos generales de la Policía y dos abogados.

 La denuncia causa escalofrío a cualquier colega suyo dado que hace tres años fue asesinado a tiros un médico de 52 años de edad, Sergio Rafael Rojas, quien se ejercitaba caminando alrededor del Jardín Botánico, al ser confundido con Fausto pocos días después de producirse amenazas contra su vida. 

 Fausto ejerce una clase de periodismo que es imprescindible. A mí particularmente me desagrada su inveterada práctica de publicar en Acento.com comentarios anónimos o bajo pseudónimo de supuestos lectores que a todas luces agravian e injurian a terceros, lo cual a mi juicio es una trasgresión ética y legal de enorme significación peyorativa.

 Pero Fausto es un corajudo empresario mediático fundador de dos de los más exitosos medios dominicanos en la web, el difunto Clave y el vigente Acento, y sus preferencias éticas o políticas no invalidan sus valiosísimos aportes a un periodismo vibrante, de denuncia, necesario a la democracia. 

 Cuando al mártir del periodismo dominicano Orlando Martínez lo asesinaron en 1975, pese a que era un dirigente encubierto o secreto del Partido Comunista Dominicano, sin revelar al público ni sus empleadores su afiliación política y partidista, su horrendo asesinato por militares conmovió al país y el juicio concluyó décadas después con condenas para los gatilleros.

 Matar periodistas es una estupidez. Implica la cobardía de no poder combatir con otras armas las ideas que resultan irritantes. Ningún asesinato de periodistas ha logrado impedir que las verdades (o mentiras) que la víctima buscaba promover queden sin publicarse, ni siquiera en países en los que la vida vale dos cheles.

 Gústele o no a uno cualquier aspecto del ejercicio de Fausto, hay que reconocer que la sociedad dominicana se beneficia de contar con un empresario y periodista tan aguerrido y entusiasta. Al director de Acento hay que protegerlo con todas las garantías posibles y aquellos que creen que silenciando una voz matarán una idea harían bien en estudiar la historia nuestra y de otras partes.

 Morir asesinado borra cualquier pequeña culpa y hace de la víctima un modelo a seguir. ¿Es eso lo que los supuestos asesinos desean para Fausto? No pueden ser tan brutos.

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