¿Todavía Loma Miranda?

¿Todavía Loma Miranda?

Parece que el alemán, ese tan mencionado, cuyo nombre ni siquiera quiero recordar, me quiere traicionar, pues daba por un hecho que Loma Miranda ya había sido declarado patrimonio nacional. Así lo creí después de la iniciativa de Euclides Sánchez y de las protestas del pueblo de La Vega con nuestro querido amigo monseñor Camilo a la cabeza. Me he quedado anonadado de oír hablar todavía sobre el tema; y peor aún que el director de Minería diga que el país necesita esos recursos. Debe saber dicho funcionario que los recursos más importantes que el país necesita son el aire y el agua, y por supuesto, los recursos humanos. Los tres contaminados en gran parte, pero así es. A los dos primeros hay que preservarlos en cantidad y calidad. Al tercero preservarle su supervivencia.

No nos engañemos ni dejemos que nos engañen. La minería es un arma de doble filo; por un lado nos podría proporcionar cuantiosos beneficios económicos (de no llevarse los invasores la mayor parte), y por otro lado, nos podría causar un daño irreversible al medio ambiente con perjuicio no solamente de nosotros, sino extensible también a nuestros hijos y nietos.

El tema ya ha sido ampliamente discutido por las personas e instituciones más calificadas, como son: la Academia de Ciencias y la UASD, entre otros. Cabrían preguntas como: ¿Tienen algún interés particular estas personas en obstaculizar un proyecto? ¿Qué ganarían ellas con esta actitud? ¿Son estas gentes taradas y carentes de formación científica?

Debemos estar bien claros: los únicos que defienden ese proyecto macabro son personas bien interesadas, económicamente hablando, como los que trabajan para la Falconbridge, los que reciben atenciones especiales de la empresa, o, en el menor de los casos, los que su conocimiento científico es escaso.

No debemos ni creer ni propagar la falacia de que el 66% del terreno sería destinado a la protección de la cuenca del río Jagüey y que solo el 23% sería explotado sin ninguna consecuencia funesta.

El agua es vida; pero con tanto desdén se ha tratado ese precioso líquido que inconscientes dominicanos y extranjeros, se han enriquecido en el pasado y también en el presente a costa del sacrificio de yacimientos hídricos.

Es cierto que el Estado necesita recursos, y muchos, pero el deber principal de éste es proteger la vida de las presentes y futuras generaciones.

Al final debemos repetir la pregunta de trabajos anteriores: ¿Explotación o agua?

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