Todavía nos sorprendemos

Todavía nos sorprendemos

Parecería mentira, pero es verdad. No parece haber límites para las conductas impúdicas. Sabíamos que el Senado de la República iba a declarar la honestidad del senador Félix Bautista, luego de severos estudios y ponderaciones. ¿Es que acaso una persona no puede enriquecerse vertiginosamente si posee habilidades singulares para lograr contactos y acuerdos formidables?, dirán ellos.
Además… todos queremos tener amigos… muchos amigos confiables, y ya dejó dicho el famoso poeta latino Ovidio, años antes de la Era Cristiana, que “Donec eris felix, multos numerabis amicos” (mientras seas afortunado, tendrás muchos, numerosos amigos).
De todos modos, tan inocentes incurables somos, que por algún rincón de la mente abrigamos la esperanza de que como todo es movimiento, se produzca en alguna medida un despertar de la conciencia que siquiera frene los excesos.
Pero el desenfado se expande por diversos territorios. Las mujeres ya no saben qué más enseñar y están poniendo en peligro el poderoso atractivo de la sugerencia. El encanto de unas curvas insinuadas, el misterio de unos senos, las tersuras inquietantes de unas áreas secretas, pierden algo de poder cuando se exponen sin límites.
Un titular de la sección ¡Vivir! de este diario, correspondiente al martes 19 del corriente, página 1C¸ trae un encabezado muy justo y preocupante: “Desenfado total”. Es acerca de las nuevas tendencias de la moda masculina. La nueva propuesta desde Nueva York es a favor de “un hombre más relajado” y avanzó las tendencias para la primavera/verano 2017.
El primer golpe de efecto lo dio la firma The Gypsy Sport, que apostó por “un hombre desenfadado y vestido con telas delicadas, como el encaje, llegando incluso a vestir faldas”. Y que conste que no tienen la mira solo en el homosexual, sino en expandir una moda nueva.
Imagino que con la creciente fuerza que sigue adquiriendo el movimiento gay y sus etcéteras (LGBT, siglas correspondientes a lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero), sus seguidores estarán felices de vestir ligeras y coquetas blusas con florecitas delicadas, suaves faldas de seda y delicados encajes. Pero a todo esto se añade un sorprendente mal gusto, como muestran fotos del mencionado reportaje.
No creo que lo que haga falta es el libertinaje desmedido, el desenfado extremo incluso en la forma de vestir, por no hablar de conductas públicas inadecuadas, como las que exhibe con descaro y tranquilidad el Senado y que deberían cambiarse y ser rotundamente inaceptadas por nosotros, el pueblo para el que se supone se gobierna y cuya seguridad, integridad y demás valores se deben cuidar.
Y no hablo solo del Senado. La Cámara de Diputados y demás estamentos también toman decisiones impresionantes, como las relacionadas con el aborto. Hasta yo, que estoy tan a favor de la vida, entiendo que hay situaciones de peso que lo justifican, y que este debe ser realizado en lugares seguros, con personal preparado y ambientes higiénicos que protejan a la madre. Claro que no hablo de una “alocada irresponsable”, sino de asuntos pesados: violaciones, riesgos para la vida y demás.
No salimos de una sorpresa.

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