Todo a pulmón

<p>Todo a pulmón</p>

CARMEN IMBERT BRUGAL
Empezó todo a pulmón. No es frecuente iniciar un espectáculo en un lugar de diversión nocturno, que exige abalorios y etiqueta roja, Cartier y pareja, con las estrofas de Alejandro Lerner “…defender mi ideología, buena o mala pero mía, tan humana como la contradicción…” así se ha mantenido, entre el Arañazo y Ojalá, Por qué llora la Tarde y La tierra Escrita-elegía sexta-(Patria, Minerva y María Teresa), buscando el lugar para gritar te quiero.

Durante tres años 1975, 76, 77 mereció el premio “El Dorado” por haber sido la cantante más popular. Recibe el Casandra en el año 1990. Reconocida como artista internacional con el Premio Paoli de Puerto Rico- 1991-. Recorrió Cuba repartiendo el tesoro de su voz. Ha cantado en México, Colombia, Buenos Aires, Venezuela, Nicaragua, España. En el año 1976, presenta en el Teatro Nacional “Sonia Canta poetas de la Patria.” La Orquesta Sinfónica Nacional acompaña, por primera vez, a una cantante popular. El concierto es registrado en un disco de larga duración de difícil obtención. Ha grabado doce discos: Esta es Sonia, Sonia en Buenos Aires, Sonia nueva canción, La nueva canción, Amor y desamor, Folkboy, Corazón de Vellonera, Yo quiero andar, Una verdadera intérprete, Mi corazón te seguirá, Edición especial de grandes éxitos de los años 70.

El maestro Rafael Solano proclama que ella tiene un don. Su voz es 4.40, la afinación perfecta. Puede subir, bajar, entonar blues, bosa nova, bachata, un bolero, un merengue…la escuchó gracias a las diligencias de Niní Cáfaro. Ese día, asombrado con el prodigio de su garganta, supo que estaba enfrente de una intérprete única. La dueña de un instrumento que ha servido para emocionar, durante treinta y siete años, a miles de seguidores, adoradores de su filin. Tal fue la fascinación con la jovencita que ella estrenó “Diez de Abril” una de las obras más queridas del prolífico compositor y pianista.

Juglar de antes y de siempre, Sonia Silvestre, la provinciana que pretendía concluir sus estudios de Pedagogía, dejó todo por la canción. Convirtió su vocación en oficio y después que Leonor Porcella la eligiera para interpretar “Dónde poder gritarte que te quiero”, y obtuvo el segundo lugar en el IV Festival de la Canción Dominicana, se instaló en el sentimiento nacional.

La muchacha se atrevió. Aprendió de inmediato que toda opción arrastra desgarros. El repertorio de Sonia demuestra que el compromiso más conspicuo es consigo. Descubre letras perdidas de creadores como Manuel Troncoso, René del Risco, Manuel Sánchez Acosta. Silvio Rodríguez tiene a la mejor vocalista de Ojalá en ella. Engrandece la bachata de Luis Díaz.

A Sonia nada la arredra. La adversidad es un accidente. Tiene demasiado para asirse, cuando presiente que puede tambalearse. Entonces se envalentona. Reta con el portento de sus cuerdas vocales y transmite alegrías, penas, logros, fracasos. Engatusa la nostalgia y vence el tiempo. Convence. Y por un instante, aquellos, los de entonces, aunque no sean los mismos, reviven epopeyas, amores y desamores, convencidos de que la única victoria está en una canción, cuando ella modula.

Osada, irreverente, tal vez sin proponérselo, fue estandarte para la pequeña burguesía urbana de los años 70. Para esos jóvenes que no pudieron disparar y su trova devino en ráfaga contra tanto abuso, tanta cárcel, tanta muerte y ausencia inmerecidas. Sonia ha lamentado el llanto de la tarde y sabe que un “solo traidor puede con mil valientes”. Alfredo Zitarrosa se lo enseñó. Como le enseñó también, la pobreza y el rencor del país, irremediables, porque “no ha llegado desde el fondo del tiempo otro tiempo” y ya ni el guachimán nos salva. Hoy, “la realidad tirana se ríe a carcajadas”, empero, Sonia Silvestre no se cansa. Debe estar satisfecha. Provoca devoción en cada una de las personas que persiguen doquiera, su excelencia.

“Yo he vivido una canción como esa” dijo una vez Billie Holiday para explicar su emoción cuando la interpretaba.

El swing inigualable de la negra marginada nació del dolor. Con una vida pesarosa, las notas salían de su corazón atormentado y de ese modo compensó su “tesitura limitada”. Los artistas inolvidables arrastran consigo su historia. O la hacen cantando. A todo pulmón. Si la tragedia no signa sus vidas otras razones determinan su éxito, estilo y vigencia. Aunque Sonia no haya “vivido” sus canciones, como la Holiday, la calidad y la perseverancia priman en su carrera. Alguien la bautizó como “la peligrosa”. Lo es. Nada más peligroso que aferrarse a un sueño y ser genuina.

La autenticidad duele, mortifica a la mediocridad. Remueve la mugre de esos rincones sucios del alma y la esparce. Trastorna el entorno hostil y frívolo. Si a pesar de eso, una artista logra imponerse, durante tres décadas, tiene que ser extraordinaria.

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