Todo el mundo quiere ir a La Habana

Todo el mundo quiere ir a La Habana

LA HABANA, CUBA
AP
Entre elegantes jóvenes cubanos y turistas canadienses y europeos panzones asoma el dueño de uno de los principales restaurantes de Nueva York, quien comenta su proyecto de abrir un nuevo hotel boutique en La Habana. En el bar, un inversionista suizo cuenta su reunión con dirigentes del Partido Comunista para hablar sobre la construcción de un puerto para yates. Una muchacha de 25 años de Ohio que hace de guía de turistas estadounidenses saca un iPhone y le muestra a sus clientes fotos de la mansión sobre el mar donde al día siguiente cenarán paella.

Los extranjeros que visitaban la capital eran casi siempre europeos de pocos medios o estadounidenses de izquierda deseosos de ver las granjas orgánicas y las clínicas barriales. Diez meses después de que Estados Unidos y Cuba pusieron fin a medio siglo de hostilidades el ambiente ha cambiado en La Habana.

La ciudad recibe numerosas celebridades que vienen a divertirse y administradores de “hedge funds” que exploran las posibilidades de ganar millones en uno de los últimos bastiones del comunismo. Para muchos la llegada de dinero de Estados Unidos parece inminente, casi inevitable, es una sensación que se palpa en el aire, al menos entre las clases privilegiadas. En el 2013, una visita rápida de Beyonce y Jay-Z exasperó a legisladores republicanos y motivó una investigación del Gobierno estadounidense.

Mick Jagger y Katy Perry estuvieron aquí la semana pasada, cada uno por su cuenta. “Vanity Fair” acaba de sacar una edición en cuya tapa publica fotos de Rihanna tomadas por la famosa fotógrafa de celebridades Annie Leibowitz en La Habana. Un popular chef de la Ciudad de México está buscando un local para abrir un restaurante en La Habana. Usher y Ludacris anduvieron por aquí. Jimmy Buffet tocó en un concierto privado para amigos.

La aparición de clubes y bares caros en La Habana no es bien vista por muchos cubanos que consideran que la igualdad es uno de los pilares de la revolución y ahora ven cantidades de extranjeros y de cubanos adinerados que gastan en una noche mucho más que el sueldo de aproximadamente treinta dólares mensuales que percibe el cubano promedio.

“Este cambio resulta dramático para un gran mayoría que tenía una mentalidad de que todo el mundo tenía acceso a todo”, explicó Octavio Borges Pérez, crítico cultural de la agencia noticiosa estatal. “Resulta chocante para muchos que de acuerdo a tu poder adquisitivo estás en ciertos lugares”.

En el pequeño círculo de académicos y guías turísticos que se interesaban en Cuba antes del deshielo, el conocimiento de las complejidades de la isla no tenía demasiado valor. Ahora, sin embargo, todo aquel que sepa de la isla se ofrece como consultor de firmas grandes.

Collin Laverty dirige una de las empresas estadounidenses más conocidas y respetadas que organizan viajes educativos a Cuba, los cuales estuvieron permitidos incluso cuando los norteamericanos tenían prohibido viajar a la isla si no tenían alguna justificación válida. En julio creó una nueva firma llamada Havana Strategies para hacer frente a la creciente demanda de asesoría de inversiones.

Laverty dijo que recibe muchas llamadas de “todo el mundo, desde gente que quiere vender tuberías y tractores hasta gente que programa cruceros, quiere abrir hoteles u organizar triatlones y conciertos. Es increíble. Hay interés en todos los sectores”.

Julia Sweig, experta en Cuba que trabajó en el Consejo de Relaciones Exteriores, y Phil Peters, director del Centro de Investigaciones sobre Cuba de Virginia, fundaron D17 Strategies, una firma consultora cuyo nombre alude al día en que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el inicio del deshielo, a mediados de diciembre del año pasado. Es inminente, soplan otros vientos.

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