Todo huele mal

Todo huele mal

Samuel Luna

En los tejidos de la sociedad dominicana todo huele mal, el mal olor que emite la sociedad es resultado de una híper-corrupción con impunidad. Sin embargo, en ese contexto de corrupción existe una sociedad llena de esperanza, una sociedad hasta ingenua, religiosa y que sigue confiando en un liderazgo político que le ha fallado por generaciones.

Todo huele mal, porque una de las definiciones de corrupción es que un cuerpo o sustancia orgánica se descomponga de manera que huela mal o no se pueda utilizar. El cuerpo del Estado dominicano está putrefacto, está lleno de mañas, de juegos sucios y engañosos. El mal olor se capta al ver el abuso cuando se aplican las leyes, la mayoría de veces quienes sufren son los desamparados, los dominicanos indefensos; como dijo un pensador,
las leyes injustas son la telaraña a través de la cual pasan las moscas grandes y las más pequeñas quedan atrapadas. Nuestro pueblo está atrapado por un conjunto de prácticas incorrectas que solo generan inconformidad, inseguridad y pobreza.

Todo huele mal, porque como es posible que en pleno año 2021 y en una nación llena de ríos, arroyos, océanos y con lluvias intermitentes, aún existen comunidades sin agua potable, sin energía y sin acueductos. El mal olor ha penetrado en la psiqui, porque nos han hecho creer que vivir así es normal, que es profético y que nadie puede generar cambios. En otras palabras, países como Barbados, Curaçao, Singapur, Canadá, Estados Unidos y otros en Latino América, pueden tener acceso y gozar de agua y electricidad de forma permanente, ellos si, “nosotros no podemos”. Quiero expresar que este pensar y esa conducta no es correcta, no es parte de la doctrina de la democracia, la cual nos enseña que debe existir equidad y libertad. Lo normal y el corazón de Dios es que cada dominicano tenga acceso a agua potable y a las necesidades básicas.

Todo huele mal, porque cuando hacen un acueducto, uno, solo uno, lo usan como propaganda para justificar la corrupción. Tener agua no es un lujo, ni un privilegio, es un derecho básico y punto. No puede existir libertad cuando no existe la equidad o la igualdad de derechos. Si los gobiernos fueran íntegros hubiese agua en cada paraje y en cada campo del país; yo mismo, puedo testificar que se pueden construir pequeños acueductos, ya lo hemos hecho, fui director ejecutivo de una organización holandesa, nuestra misión era construir acueductos de agua potable para beneficiar a cada familia en esa comunidad, y de esa manera mostrar a Jesús encarnado y el amor de Dios a través de los hechos. Por muchos años, esos lugares han sido olvidados por todos los gobiernos, lugares donde nunca el agua había llegado por tuberías, pero con voluntad, con donaciones, con ayuda de la misma comunidad, llegó el milagro de ver agua en cada hogar. Yo me pregunto: ¿Porqué los gobiernos no lo han hecho? La respuesta es simple, no se necesita un sociólogo o politólogo para responder; no lo han hecho porque son corruptos, porque huelen mal, porque no aman a Dios, el que ama realmente a Dios, también ama a su nación, la cual es su prójimo.

Todo huele mal, pero al mimo tiempo existe una fragancia que está neutralizado el olor desagradable; la sociedad dominicana y la juventud ya entendió que la corrupción es una acción deshonesta que destruye la confianza del pueblo, que afecta a los pequeños empresarios y mantiene el ciclo de pobreza. Cada buena acción que fortalezca nuestro país será una porción de fragancia para neutralizar a los malvados.

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