Todo listo para elección del nuevo Papa

Todo listo para elección del nuevo Papa

CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- Urnas y chimenea preparadas, Capilla Sixtina reluciente, voto de silencio garantizado: todo está listo para el comienzo el lunes del primer Cónclave del tercer milenio, pero los cardenales parecen divididos sobre el Papa que la Iglesia necesita tras Juan Pablo II.

Los 115 purpurados electores acordaron guardar silencio sobre sus debates previos pero, a tres días del inicio del Cónclave, los vaticanistas coinciden en que hay dos bloques enfrentados que tornan incierto el desenlace de la primera elección de un papa en más de 26 años.

El primero, conservador, lo encabeza el reputado cardenal alemán Joseph Ratzinger, y el segundo, renovador, está liderado por el influyente purpurado jesuita italiano Carlo María Martini, enfermo y por lo tanto descartado de la carrera por la sucesión.

«Ratzinger mantiene la ventaja de votos en las »clasificaciones»», escribe este viernes el vaticanista del diario La Stampa, Orazio Petrosillo, emitiendo sin embargo dudas sobre sus posibilidades de reunir los 77 votos necesarios para convertirse en el 265º Pontífice Romano de la historia.

A sus 78 años, Ratzinger, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aparece para muchos como el hombre capaz de dirigir la Iglesia post Karol Wojtyla, aunque también suscita un gran rechazo entre quienes lo consideran demasiado centralista e intransigente, y temen que pueda ser un obstáculo para el avance del diálogo y la reconquista de la fe.

«La verdad es que aparte del grupo pro-Ratzinger, los otros purpurados no tienen las ideas claras», afirma el otro gran vaticanista italiano, Marco Politti, en las páginas diario La Repubblica.

La alternativa podría ser entonces el italiano Dionigi Tettamanzi, un cardenal de 71 años, bajito, bonachón y cercano a los fieles, que según los expertos se consolida como el candidato del consenso.

El arzobispo de la importante diócesis de Milán, en la que sustituyó al cardenal Martini, goza de simpatías tanto entre los «progresistas» y partidarios de una iglesia más colegiada como entre los «dogmáticos».

Si estos candidatos iniciales fueran descartados tras la primera fase, opinan los vaticanistas, podrían entrar entonces en juego otros nombres como el ex número dos del Vaticano, Angelo Sodano, o el Vicario de Roma, Camilo Ruini, ambos italianos y conservadores, o el austríaco Christoph Schonborn o incluso un latinoamericano como el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga.

Pero como suele decirse que «quien entra Papa en el Cónclave sale cardenal», y teniendo en cuenta que al pontífice lo elige teóricamente el Espíritu Santo, nadie descarta una sorpresa como la del Cónclave de 1978, cuando contra todo pronóstico salió elegido el primer papa no italiano en casi 500 años.

En el Vaticano, declarado por primera vez en su totalidad zona de Cónclave, todo está ya listo para recibir a los 115 cardenales electores. Estos, al igual que el personal que los asistirá durante el proceso, harán un juramento de silencio sobre todo lo que rodea a su labor.

Mientras dure el proceso, los purpurados vivirán aislados del resto del mundo en la Casa Santa Marta, un hotel con todas las comodidades en el mismo recinto del Vaticano, una de las novedades introducidas por el papa polaco, fallecido el pasado 2 de abril a los 84 años de edad tras una larga enfermedad.

El Cónclave comenzará el lunes por la mañana con una misa tras la cual los cardenales se dirigirán en procesión a la Capilla Sixtina, el corazón de la elección papal, donde se llevarán a cabo las votaciones a ritmo de dos por la mañana y dos por la tarde. Los purpurados descansarán cada dos días.

No hay límites para la duración de un Cónclave pero en el siglo XX ninguno fue más allá de cuatro días.

Cuando los purpurados lleguen a un acuerdo, se anunciará a los fieles con el célebre humo blanco de las papeletas de votación quemadas, al que este año se sumará el repique de fiesta de las campanas de la basílica de San Pedro.

El elegido deberá decir si acepta tan magna responsabilidad y elegirá un nombre antes de retirarse al Cuarto de las Lágrimas, donde, según la tradición llora ante el peso de su misión y se viste antes de ser presentado al pueblo de Roma y a los 1.100 millones de católicos del mundo, acompañado de la tradicional fórmula «Habemus Papam».

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