“Todo piloto sueña con dirigir un batallón”

“Todo piloto sueña con dirigir un batallón”

Esta teniente coronel habla sobre su experiencia como primera comandante mujer y también nos muestra su lado humano

Era cuestión de tiempo para que las habilidades y competencias evidentes en la dominicana Lee Geady Mateo Ramírez le hicieran merecerse un voto de confianza para convertirse en la primera mujer en la historia del país en ser designada comandante del Escuadrón de Transporte Aéreo de la Fuerza Área Dominicana (FARD).

Oriunda de las Matas de Farfán y contando con 35 años de edad, la teniente coronel piloto asumió el compromiso de dirigir un batallón de vuelo operacional desde el pasado mes de agosto, “un sueño que todo piloto espera obtener en cualquier momento de su carrera, una de las metas más importantes porque es ser comandante de la unidad que te vio nacer y de superarte” confesó orgullosa la militar a “Rostros”.

El cielo siempre fue el límite para esta joven que creyó y apostó en sí misma, logrando esta conquista, luego de haber entrado la primera mujer a la escuela de aviación en 2004. Lee es egresada de la tercera promoción de 2002-2006.

“Y dirás ¿por qué ahora? No creo que sea por razones de género, sino que tres años atrás no existía alguien que cumpliera con los requisitos que se necesitaban para llegar, era un tema de tiempo, porque las competencias las hemos alcanzado. Asimismo tengo compañeras que son muy preparadas”.

Lee, creyente, le agradece a Dios esta meta alcanzada, haciéndola sentirse honrada y llena de orgullo.
Reconoce que esta designación le llega como un reto con grandes responsabilidades, pues “dependiendo mi desempeño en esta área de trabajo se verán los resultados en las oportunidades que le den a cada una de mis compañeras que vienen detrás. A partir de que dure seis meses en esta posición, estoy hábil para rotar, puedo ser cambiada y movida a otra posición”.

Una mujer por los cielos. El temor no es parte de Lee y ese chip de que solo el hombre puede cumplir con cierta misión lo formateó, así como desechar comentarios que no fueran de motivación. Apasionada por las alturas, entendía que maniobrar un avión era un proceso al que se le iba tomando confianza.

“En el proceso de aprendizaje no se debería hacer ninguna diferencia porque nadie nace sabiendo. Hay habilidades que se le hace más fácil a una persona que a otras, es cuestión de querer y esforzarse. Los investigadores dirán a través de las estadísticas, a quién le resulta más sencillo. Mas, creo que es algo individual, porque hay hombres que manejan bastante mal un carro”. –ríe-

Durante su carrera expresa haber tenido muchos desafíos, y uno al frente en su nueva posición: la aceptación, ganarse la confianza, en especial, de los militares con largos años en la FARD. “Con los cambios siempre va a existir alguna resistencia, unos muy a favor, otros en contra, pero eso es normal.

Los primeros meses de una comandante son muchas cuestiones de planificación, pero aquí a nivel de trabajo todos saben mis competencias” y agrega: “a nivel de mi unidad, siento, sea real o no, de que ellos estaban esperando que fuera comandante, creían que pronto iba a pasar”.

Lee, además de ser teniente coronel, es licenciada en Relaciones Internacionales, tiene otras licenciaturas militares, posee el Air Command and Staff College por la Universidad del Aire en Montgomery, Alabama, Estados Unidos, y actualmente realiza una maestría en Políticas Públicas.

África. Una experiencia que sumó destreza al currículo de Lee y que ella recuerda y valora bastante, fue su designación durante el año 2013 como oficial de operaciones aéreas del sector Oeste en Malí, África.

“Fue la primera oportunidad de la República Dominicana en formar parte del staff de una misión de las Naciones Unidas, porque anteriormente solo se habían enviado observadores militares. Éramos un coronel del Ejército y yo, un momento muy complicado, estábamos en un área de conflicto y que, para aquel entonces estaba la enfermedad del ébola y los grupos terroristas”.

Su misión en África consistía en planificación, organización y lograr que las cosas resultaran con los medios que tenían a disposición.

La felicidad como centro de las cosas. Si algo ronda mucho en el pensamiento de Lee es que el sentimiento de la felicidad esté en el centro de la vida de todo ser humano. Le apasiona poder aportar de alguna manera felicidad a los demás, de hacer lo posible para que las cosas sucedan. “Soy muy dada a las personas, mi ser es muy proyectado al otro”.

Aunque describirse a sí misma lo encuentra subjetivo, comparte que se considera una persona trabajadora, alegre y responsable.

Nació un tres de septiembre de 1985, y es amante de las pastas y del sancocho. Su libro favorito es El Principito.

¿Alguna relación sentimental? pues confiesa que actualmente se encuentra soltera, no obstante, siente que Dios la ha bendecido en demasiados aspectos. “El amor, cuando quiera llegar que llegue, pero si no, igual hay que ser agradecido, si exijo más no estaría bien. Lo lo único que pido a Dios es ser feliz con lo que me toque”.

Cuenta que le encanta conocer destinos, por lo que “si fuera por mí anduviera el mundo entero” aseguró. De su país, gusta de disfrutar sus playas y del dominicano admira “cómo tú te sientas dos segundos a esperar un turno y sacas un amigo. Esto solo se ve en RD”.
Una familia rica en amor. Lee siente que creció felizmente cuidada por sus abuelos maternos, César Ramírez y Zoila de León, en la urbanización Juan Pablo Duarte, avenida Charles de Gaulle, en Santo Domingo Este.

“Fui atendida por mis abuelos, porque mis padres, por cuestiones de trabajo, residen en Santiago. Mi padre Ángel Taveras Bonilla es ingeniero y mi madre Margarita Ramírez de León es contable, y se han pasado la vida yendo y viniendo fines de semana a visitarme. Mi madre todas las mañanas se comunica conmigo para darme los buenos días”.

De su niñez recuerda que “me encantaba mostrarles a mis abuelos lo que aprendí del ballet”, dice con nostalgia. “Y decirte que en mi casa ese era el premio, debía de comer y realizar las tareas de la escuela rápido y antes de las 2:30 p.m. si no, no permitían asistir a la danza”. De niña tuvo además la oportunidad de estudiar teatro, inglés, entre otras actividades extracurriculares.

Aunque Lee ejerce algo distanciado al ballet, sigue siendo seguidora de este.
De sus padres dice con franqueza que don Ángel “es un caballero muy comprensivo, uno de los hombres más amorosos, es de las personas que tú le puedes decir que necesito que me escuches, ¡y ahí está! una de sus mayores virtudes sería su defecto, porque tiene una paciencia que me desespera”. -ríe-

A su madre la define como un sol, “una persona súper trabajadora, que se da a los demás, algo que aprendí y heredé de ella, es un apoyo incondicional”.

Tiene tres hermanos: Aileen Mateo, Ayzel Mateo y Katherine Boves Ramírez, de esta última dice que su cualidad más importante es que es la madre de mis “hijos” -ríe y aclara-, “y es que amo tanto a mis sobrinos Noah y Saim Lugo Boves que los considero mis niños.

Una educación de valor. Lee no duda en admitir que el sistema educativo debería ser más valorado, aclarando que el dominicano es un ser que tiene mucho ingenio y que se debería explotar, pero explica que se hace necesario “desarrollarnos a otro nivel de preparación, pues se está valorando últimamente cosas que no tienen que ver con nuestra esencia y mientras mejor puedan los jóvenes prepararse, más podrán aportar a la sociedad”.

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