Todo por culpa de nuestra  mala educación

Todo por culpa de nuestra  mala educación

La escena era dantesca. Los hierros retorcidos, mostrando una imagen que nada tenía que ver con lo que una vez fueron, nos hablaban de un accidente más terrible de lo que podríamos imaginar.

Y entonces se conoció el porqué. Fue una imprudencia, de esas que tanto se cometen en las carreteras del país, la que originó aquella triple coalición que el viernes pasado tiñó a Higüey de sangre y dolor.

Al pensar en que 19 personas murieron por culpa del rebase temerario de un conductor que terminó estrellándose contra un autobús y provocando que otro más chocara contra él, nos obliga a reparar en todas las infracciones que se cometen a diario en las calles y carreteras de nuestro país.

Sin ir más lejos, el lunes pasado me tocó sortear a dos carros que se cruzaron el semáforo en rojo en la intersección de la avenida Lincoln con José Contreras. La semana pasada me sucedió lo mismo en la Ortega y Gasset con Kennedy, donde la camioneta C1-12 de la Policía Nacional dobló a la izquierda, a pesar de estar prohibido, por lo que casi le choco por detrás.

Aunque esto es parte casi de nuestro día a día, razón por la que nadie le hace caso, es el momento de hacer un alto en el camino y pensar qué es lo que se tiene que hacer para lograr que nuestros conductores se comporten de forma más prudente.

Quizás, al asumir el general Bencosme Candelier la dirección de AMET, es el momento de ponerse más duros con las sanciones. Así, a la par de una campaña educativa, tal vez haya menos accidentes futuros.

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