La historia científica, la de la academia, se escribe con papeles, respondiendo el cómo y porqué ocurrieron los hechos. Explica porqué la historia no se repite. La otra historia, la oral, es terreno de cronistas, que por lo general se conforman con citar hechos aislados. No obstante saber lo anterior, como referencia busqué en el pasado y no encontré, un panorama tan incierto como el que se abre al mundo a partir de este viernes día 20, con la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Con un discurso en contra de la humanidad, que solo cree en la raza blanca de ojos azules, de rechazo a inmigrantes, y con una política económica primitiva que impondrá. Domina el Congreso, sin todavía sentarse en el Despacho Oval, consiguió la primera votación para eliminar el Programa Sanitario de Obama. Sucederá lo mismo con su proteccionismo comercial destinado a arrancar concesiones a China, Japón y demás economías. Para aumentar las exportaciones y reducir las compras al resto del mundo. Es decir, con la política de comercio y economía egoísta por la que aboga, en el pasado culpable del rechazo de Estados Unidos por lo menos en Latinoamérica.
Convenció a votantes blancos con el discurso de que regresarán puestos de trabajo penalizando el comercio exterior con aranceles y restricciones administrativas. Que yo haya leído, nadie le recordó que el arancel Smoot-Hawley de 1971, fue una de las razones de la depresión económica que tuvo lugar. Que su proteccionismo hará menos eficientes y productivas las economías, incluyendo la estadounidense, que reducirá la demanda, los consumidores terminarán pagando un precio más alto por productos y servicios. Que en lugar de ganar se perderán puestos de trabajo, porque el consumo los determina, y no la oferta como dijo y cree.
La política económica de Trump será una mala imitación de la de Reagan. Éste subió al poder en 1980, con la doctrina de la economía de la oferta, asustando a Wall Street, el mercado del dinero. Es lo que sucederá con la de Trump, su proteccionismo tumbará los precios de las acciones, y como Reagan con la llamada “curva Laffer” (reduciendo las tasas tributarias aumenta la recaudación), pero se demostró estaba equivocada, el aumento del gasto de inversión y reducción de impuestos que plantea, implicará déficit estructural y aumento de los intereses.
Internamente estamos obligados a dar seguimiento a esa política económica primitiva y manejar los hechos, para proteger el importante flujo neto de capitales del exterior de los últimos años, que incluye divisas por exportaciones, inversiones y préstamos. Trump no quiere entender que si el dólar se encarece, combinado con altas tasas de interés, se reducirán las ventas de carros y otras exportaciones norteamericanas.
Espero equivocarme con mis pronósticos. Pero mientras Trump inicia el proceso de cambiar todo, de encarecer el dinero y complicar la obtención de préstamos, lo aconsejable es admitir que con el déficit fiscal estructural tenemos un serio problema. Que debemos dar los pasos para la reforma fiscal integral que demandan las finanzas públicas. Porque nada de estratégico tiene dejar pasar el tiempo, en el corto plazo el embate de Trump podría reducir la inversión, el consumo y el crecimiento de la economía.