Todos a una

Todos a una

La experiencia ha demostrado que el silencio es el mejor aliado del abuso. El peso casi axiomático de este aserto ha quedado establecido en todos las circunstancias en que las conductas de individuos o grupos de individuos han sido determinantes en la suerte de las sociedades.

Estas reflexiones vienen a cuento a propósito del llamado que hace monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), para que las autoridades y todos los sectores de la sociedad se dispongan a enfrentar la delincuencia y el crimen.

Ocurre que en nuestra sociedad se están agotando los espacios en los que se puede respirar seguridad y tranquilidad, y esta aniquilación de la paz solo puede ser posible si los distintos sectores de la sociedad no son capaces de defender cada palmo de sus derechos.

Los que ayer fueron molestias tolerables, leves, hoy son males insoportables y peligrosos. En los sectores en que se ha permitido que el propietario de un colmadón se apodere del espacio común que son las aceras y del derecho al silencio, se ha tenido que tolerar cosas peores, conexas a los vicios, como la venta de drogas y otras calamidades. Donde se ha permitido que un individuo cometa desmanes, luego ha habido que permitir lo mismo, o peor, a otros individuos.

Hay razones para deducir que en la tanta proliferación de bandas de malhechores, poco o nada importa cómo se denominen, influyen factores entre los cuales tienen principalía la complicidad de autoridades que cobran o aceptan «peajes» para hacerse de la vista gorda, y el silencio de víctimas de atropellos por temor a represalias.

-II-

Está probado que cuando se conoce de un atropello o se es víctima del mismo y se guarda silencio, la situación tiende a repetirse en la misma víctima y a multiplicarse en otras víctimas. No se trata de que individuos, como tales, se enfrenten a pandilleros armados y despiadados, sino que los sectores donde se produzcan estos sucesos reaccionen de manera contundente y no se limiten al lamento y a las condolencias para con los familiares de las víctimas.

Creemos que las sociedades tienen que dar respuestas claras y contundentes cuando está en juego su derecho a disfrutar seguridad y tranquilidad. Si, por miedo o por lo que fuere, se asume como conducta que cada quien enfrente sus problemas, se estará alimentando al monstruo de la delincuencia, que aprovechará el individualismo para subyugar a toda la sociedad.

En Navarrete, Azua, Santiago, Santo Domingo y otros puntos del país hemos visto ejemplos desgarradores de lo que ocurre cuando se asume la actitud de dejar hacer y dejar pasar.

En el plano político, los pueblos suelen dar respuestas contundentes cuando se sienten de alguna manera acosados, oprimidos. Aquí lo hemos hecho, desde 1844 hasta nuestros días, mediante jornadas verdaderamente heróicas. ¿Qué puede impedir una determinación monolítica de todos los sectores de nuestra sociedad contra el crimen y la delincuencia?

Las iglesias, los clubes, las asociaciones, los grupos sindicales y emprersariales y, en fin, todos los sectores representativos de la sociedad deben unificar sus esfuerzos contra los enemigos de la seguridad y la paz. Todos a una y de una vez por todas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas