Todos contra el asedio

Todos contra el asedio

DARÍO MELÉNDEZ
A los latinoamericanos nos interesa sobremanera conocer los nombres de los anglosajones que son perseguidos y condenados en territorio norteamericano por violaciones al capítulo 21 USC Part D – Offenses and Pemalties- de la ley que crea la Drug Enforcement Amdministratión (DEA), en Estados Unidos. Como dicha ley es tan rígida, que condena a multas de muchos millones de dólares, prisión mínima de tres años y máxima cadena perpetua o pena de muerte, hasta donde entendemos, no se conoce ningún caso de WASP al que se le haya aplicado algún artículo de esa ley.

Sólo latinos e inmigrantes –aliens– persigue dicha ley, dentro y fuera del territorio norteamericano, poniendo énfasis en la vigilancia de las costas, puertas de entrada y fronteras. Una vez dentro del territorio estadounidense los estupefacientes, sólo se persigue y aplica la ley de drogas a las minorías latinas; ni siquiera los negros se mencionan en esa persecución.

Resulta extraño que en lugares como Puerto Rico, Jamaica, Bermuda, Bahamas, Hawai, Alaska, Haití, Curazao y otros no se escenifiquen las escandalosas persecuciones que se ven aquí en República Dominicana.

Uno se pregunta: ¿no beben ni consumen drogas en esos lugares? ¿Son abstemios todos los habitantes de esos países?

Aquí la justicia está maniatada, se le impone una camisa de fuerza para que persiga y condene delitos que no son tales en los demás países mencionados ni en la mayoría de las naciones independientes del mundo. La tenaz persecución que aquí se ejerce por la venta y consumo de estupefacientes está creando un malestar social muy dañino, malestar que no se ve en Puerto Rico, ni siquiera en Haití se ve la persecución y el asedio que se mantiene aquí contra infelices ciudadanos que no tienen otro medio de vida, porque la carga del Estado que nos han impuesto los prestamistas internacionales han hecho del gobierno una carga tan gravosa que si se cumplieran los compromisos financieros impuestos, moriríamos de inanición.

Si Estados Unidos quiere mantenerse siendo líder en Latinoamericana debe imponer –enforce– su influencia para que la misma ley de drogas que se aplica a los anglos allá y rige en Bahamas, Bermuda, Jamaica, Curazao, Puerto Rico y otros se ponga vigente en República Dominicana, para que nos quite de encima el sambenito que nos mantiene en guerra permanente entre nosotros mismos, guerra que no existe en esos países, porque la persecución no se aplica allá.

Posiblemente en Haiti se venda y consuma drogas más libremente que aquí. Nuestra justicia está sometida al asedio y el chantaje de los emisarios y representantes de la DEA, que han creado aquí una república aparte para sus fueros. Lo extraño es que seamos tan dóciles que no podamos disfrutar la libertad que existe en Curazao, ni en Bahamas o Jamaica, donde la DEA no impone leyes, ni los guardias se prestan para servir de esbirros contra sus conciudadanos.

Si pretendemos ser libres debemos serlo con dignidad o aceptar, como débiles que somos, la imposición del mas fuerte, pero bajo protesta. La intranquilidad social que se escenifica en nuestro país nos es otra cosa que la persecución impuesta por la DEA, el dominio del más fuerte, al extender sus arrogante influencia allende los mares.

En Estados Unidos no se puede perseguir a los ciudadanos de esa nación por uso o consumo de estupefacientes; allá la ley es clara, el individuo puede hacer con su cuerpo y con su mente lo que quiera, siempre que no haga daño a los demás. La DEA es un organismo creado para supervisar que medicinas, o drogas medicinales, como son la mayoría de los medicamento, no contengan sustancias nocivas en exceso, porque todas la medicinas contienen sustancias nocivas; no es la DEA una agencia para perseguir, sino para regular el consumo; la han convertido en entidad de acoso, asedio y coación en este pequeño país, para exigir que persigan y humillen a los hambrientos ciudadanos. Así no puede haber paz ni tranquilidad en el mundo, porque no hay justicia; mientras exista una ley para uno y otra ley, bien distinta, paro otros, la humanidad se resentirá y rebelará contra la justicia y la opresión.

La libertad que el imperio pregona y ofrece establecer está muy lejos de la realidad.

Los ciudadanos de esta pequeña pero digna nación debemos unirnos para reclamar que la ley de drogas se iguale a la que rige en Puerto Rico, donde no hay pleito por drogas aunque venden y consumen tanto o más que aquí; que la misma ley se iguale con la ley que rige en Jamaica, Curazao o Bermuda, que exista la misma ley se aplique también a los mulatos de la República Dominicana, para que podamos vivir en paz, como ellos.

El desorden que ha desatado en el país la DEA con su ignominiosa persecución, nos está ocasionando daños morales y materiales insoslayables; los crímenes que a diario se escenifican son consecuencias de las arbitrarias imposiciones que nos mantiene «el hermano mayor». Se nos está haciendo mucho daño con el pretexto de las drogas, un consumo que no es de ahora sino de toda la vida. Estados Unidos no puede pretender mantenernos en zozobra, propiciando crímenes y daños que no se ven en Puerto Rico ni en ninguna de las islas vecinas, la ley debe ser igual para todos; si no, procede la protesta unánime contra el asedio expresamente dirigido contra nuestro país.

Publicaciones Relacionadas