Las declaraciones del presidente Medina, producidas durante una inusitada y destemplada entrevista con la presentadora de variedades Jatna Tavárez, es una muestra clara de la deformación política que produce el ejercicio prolongado del poder, sobretodo sin contrabalances de una oposición aguerrida y de otros poderes del Estado que sean independientes.
Parece que el presidente Medina y su equipo, en su afán de continuismo no han captado la profunda crisis social, moral, económica y política en que está cayendo la República Dominicana, beneficiando a unos pocos; y se dedican a desarrollar iniciativas de relumbrón no carentes de ingenio, pero acompañadas de una publicidad abrumadora, como tratando de ganar tiempo para manipular leyes electorales y la propia Constitución; así como apañar los centenares de reclamos sobre la corrupción y abusos de autoridad que surgen por doquier.
Aquí se da plenamente el ya clásico aforismo de que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
La aprobación sesgada de la Ley de Partidos Políticos, que por lo menos permitió se consiguieran algunos objetivos en esa dirección, parece que dio pábulo a que se destapara el reeleccionismo rampante, de parte de los mismos que ayer modificaron la Constitución para permitir otro período al Presidente de la República.
La saturación durante las 24 horas del día del espectro electromagnético y la prensa dominicana, de la propaganda gobiernista en torno a tareas cotidianas del gobierno, mientras se evade la necesaria aprobación de una Ley Orgánica Electoral; y se habla de restablecer la repostulación sin convocar a una Asamblea Constituyente ni referendo, para eternizarse en el poder, indica el grado de alienación de ese grupo aferrado al poder, con la “danza de los millones que habrá de pagar el pueblo dominicano con sudor y miseria.
Hay mucho que reclamar a las autoridades nacionales: educación de calidad infame, grandes hospitales cerrados o con falta de equipos y enfermeras; delincuencia rampante, desigualdades brutales, desempleo, municipios arruinados, deterioro ambiental, tráfico de influencias al por mayor, justicia casi inexistente, violencia policial y un largo etcétera…
Pero por sobre todas las cosas, es necesario parar en seco los afanes continuistas del régimen a través de acciones de movilización pacífica pero firmes; porque de lo contrario tendríamos que lamentar la violencia incontrolada que vendrá, ya que gran parte de la población está al borde de la desesperación.
Independientemente de la Marcha Verde, que ha asumido el papel de reivindicar el derecho del pueblo a ser administrado con honestidad y sin impunidad, debe emprenderse una lucha sin tregua y solidaria por una ley Electoral justa que permita a los partidos competir en igualdad de condiciones en los comicios del 2020.