Todos contra la violencia

Todos contra la violencia

JUAN D. COTES MORALES
La violencia sigue siendo motivo principal de preocupación para todos los sectores de la sociedad dominicana. Así lo han sostenido la iglesia católica y las iglesias de la cristiandad en todas sus homilías, conferencias, sermones y comparecencias públicas.

Los vicios sociales y la violencia no conducen a ningún camino. Todo lo contrario, se estacionan con carácter inmisericorde para crear el caos y la disolución, primero de la familia y luego de la sociedad y sus instituciones.

La salvación de la humanidad está determinada por acciones propias de la conciencia de todas las creaturas que han evolucionado hasta aceptar y comportarse como co-creadores y co-herederos de la Providencia Divina.

Porque el final de la sociedad nunca está predeterminado, todos los aportes que se hagan nunca serán suficientes para asumir de una vez por todas las responsabilidades y actitudes que los tiempos modernos requieren para garantizar la paz y el sosiego de la familia dominicana.

La política mal concebida y peor conducida ha procurado un régimen de tolerancia y de excesivas licencias para irrumpir en los medios de comunicación con las más execrables expresiones de violencia verbal que han corrompido y pervertido de manera increíble la moral pública y lastimado sensiblemente la conciencia ciudadana.

El fenómeno de la violencia conmueve y estremece a muchos países. No es exclusivo en particular de un país determinado o de una región y mucho menos después que los medios de comunicación han adquirido a través de la tecnología una increíble etapa de masificación por donde se transmite todo tipo de mensajes, consignas, costumbres y modismos verdaderamente extraños y alienantes que han subvertido en muchos casos la forma de vida de algunas sociedades e influido en el comportamiento de jóvenes y adultos alterando sensiblemente su carácter, su pensamiento, sus sentimientos, su salud física y mental y, sobre todo, sus creencias.

Muchos facultativos y especialistas de la conducta humana en diferentes lugares y ocasiones han ofrecido juiciosas opiniones para determinar las raíces, causas y efectos de la violencia.

La mayoría acierta con éxito identificar el desempleo, el hambre, la falta de equidad y de justicia social, el desbordamiento del poder y de la autoridad y la malversación de la moral pública como causas que generan la violencia como medio de desquite o de protesta aún cuando se ignoran los culpables de la provocación colectiva o a quién se debe responsabilizar por la primera violación que desencadenó la locura de la violencia.

Los dominicanos estamos conscientes de la delicada situación que vivimos. No podemos cruzarnos de brazos. Estamos colocados mortalmente sobre el filo de una navaja grande y fuerte.

Oportuna es la ocasión para convocar a las mujeres voluntades de la familia dominicana para que se expresen en torno a la necesidad de buscar, sostener y apoyar cuantas acciones sean necesarias para que el gobierno y sus instituciones, con el apoyo masivo de las fuerzas vivas de la Nación enfrente en todos los terrenos los demonios de la violencia en todas sus manifestaciones y se organice a la sociedad en las universidades, escuelas, iglesias, sindicatos, clubes, etc., a fin de que de esta lucha se obtenga una sociedad más firme en su determinación de trabajar, educar a la gente en un ambiente de paz, unidad y concordia, garantizando a todos sus derechos para poder exigirles el cumplimiento de sus deberes.

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