Todos los impuestos se transfieren

<p>Todos los impuestos se transfieren</p>

TEÓFILO QUICO TABAR
De la misma forma en que la materia se transforma, los impuestos siempre se transfieren. De diferente manera, pero al fin y al cabo terminan siendo transferidos y como el efecto dominó, afectando a otros a los que supuestamente no estaban orientados. O sea, que resulta un sofisma afirmar que solo el ITBIS a productos de la canasta familiar afecta las clases populares, así como que los impuestos propuestos en la reforma sólo afectarán la clase media y alta.

Como vivimos en un país donde la gente dice una cosa cuando está en el gobierno y otra cuando está fuera, que no es mi caso, no pretendo en esta entrega tratar las bondades o perjuicios de la llamada rectificación fiscal. Tampoco si es necesaria o no. Me limito a decir que no es verdad como dicen algunos, que los impuestos sólo afectarán la clase media y alta, sino que también perjudicarán a los de menos ingreso.

Cuando se le aplica impuesto a un bien o un servicio, estos aumentan de precio y afectan directamente a las personas o al sector que los produce, los importa o hace uso de esos servicios o consume esos bienes. Se producen efectos directos e inmediatos, como el juego del topao, a mi me tocan y yo toco al de al lado. Lo que algunos definen como efecto dominó.

Como la mayoría tiene ingresos fijos, (sin aumento salarial) es lógico pensar que al disponer de la misma cantidad de dinero para adquirir bienes y servicios que suben de precio, comienza de inmediato a producirse la transferencia. A reajustar lo que gasta en comida, en ropa, zapatos, en enviar los muchachos a la escuela, en la compra de combustible, pago de alquiler, teléfono, sin hablar de la factura eléctrica, etc. Un reajuste obligatorio y no consensuado.

Si compraba cinco comprará cuatro. Si sacaba los muchachos a dar una vuelta los domingos a comer pizza y helado, lo reduce a solo pizza sin helados o vuelta sin pizza. Y así ocurre con todo. Es el proceso de disminución de la cantidad de cosas a consumir o de bajar su calidad. O ambas a la vez.

Los empresarios, importadores, supermercados, tiendas, restaurantes, colmados y pulperías como tienen márgenes de beneficio, esto le crean un colchón y pueden hacer malabares con los costos, publicidad, personal, etc., pero al final  tienen que subir los precios y casi siempre, para mantener un volumen de venta equilibrado o para mantener los precios más o menos igual, tienen que ingeniárselas y «jugar» con la cantidad y la calidad de lo que venden, que a fin de cuentas son transferidos en perjuicio de la mayoría.

Los choferes suben los precios o acortan las distancias. Los vendedores de gas, suben los precios o disminuyen el contenido. Los que fabrican pan lo suben o lo ponen más chiquito. Se disminuyen las mesadas a los hijos y hasta las limosnas y las propinas, sin hablar de los incentivos. Si pintaban las casas, solo la retocan. Se hacen todo tipo de recortes, que a fin de cuentas bajan la calidad de vida y se reflejan en otros sectores que no eran a los que supuestamente estaban dirigidos los impuestos.

Si los funcionarios y sus asesores creen necesarios más impuestos, que lo defiendan, aunque entren en contradicción con lo que decían antes, pero sin distorsionar la verdad. Los presidentes como los dirigentes políticos deberían tener más cuidado de que no los pongan a hablar sobre cosas que desconocen, para que no tengan que decir una cosa ayer y otra cosa hoy. Eso le hace daño a su imagen y a la democracia también.

Igualmente religiosos que sin necesidad, se ponen a hablar de un tema tan delicado como los impuestos, dando la impresión de que el pueblo no será afectado con ellos. No siempre hay que hablar. Cuando le preguntaron a Jesús acerca de los impuestos, de forma sabia, oportuna y prudente respondió diferenciando entre las cosas de Dios y las del cesar. Y punto. Todos los impuestos se transfieren y afectan a la mayoría.

Tabasa1@hotmail.com

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