Bruselas. En la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno a realizarse hoy en Bruselas, la Eurozona no tiene más alternativa que tranquilizar a los mercados financieros sobre su capacidad para controlar el contagio de la crisis de la deuda.
En la víspera, la Comisión Europea hizo una advertencia inusualmente sombría: los líderes de la Unón Europea deben encontrar una solución convincente a la crisis de deuda de Grecia en una cumbre hoy jueves, o la economía global pagará el precio.
José Manuel Durao Barroso entregó el mensaje mientras funcionarios del bloque monetario de 17 naciones y banqueros intentaban cerrar un paquete de medidas para persuadir a los mercados de que Grecia puede ser salvada de la moratoria, evitando el contagio en el resto de la zona euro.
«Nadie debería estar bajo ninguna ilusión: la situación es muy grave. Requiere una respuesta, sino, las consecuencias negativas se sentirán en todos los rincones de Europa y más allá», declaró Barroso en una conferencia de prensa. Hasta ayer se habían barajado los siguientes escenarios posibles, del negro al rosa:
Italia y España son arrastradas por la tormenta. Esto ocurriría si la cumbre solo acuerda poner un parche parcial, insuficiente para calmar a los nerviosos mercados. Las tasas de interés para pedir dinero prestado para la mayoría de los países de la Eurozona, con excepción de Alemania, suben, sobre todo para Italia y España. Roma y Madrid se ven abocados a pedir ayuda a sus socios europeos, así como al Fondo Monetario Internacional (FMI). Poco después, Bélgica, en plena tormenta política, les sigue.
Con Italia y España el desafío es mucho mayor que en el caso de Grecia, Irlanda y Portugal, que solo representan una pequeña porción de la economía de la Eurozona (3% del Producto Interno Bruto europeo en el caso de Grecia). Esto obligaría a los otros países a inyectar dinero de manera significativa, para aumentar los recursos del Fondo de Ayuda Financiera, dotado actualmente con 440.000 millones de euros de capacidad de préstamos, en un contexto en que los márgenes de maniobra fiscales son limitados.
La Eurozona se resquebraja. En un escenario así, la Unión Monetaria se vería amenazada por la desintegración, con la salida progresiva de los países más frágiles. El economista alemán de renombre y presidente del Instituto Ifo, Hans-Werner Sinn, acaba de instar abiertamente a purgar la situación haciendo salir temporalmente a Grecia de la Eurozona, para que no arrastre con ella a sus socios.
La Eurozona apaga el incendio. Este escenario optimista ocurriría si los dirigentes europeos asumen el nivel de peligro y acuerdan una solución convincente para los mercados. En un primer momento, solucionan el caso de Grecia, pergeñando rápidamente un segundo plan de ayuda que proteja al país más frágil de la Unión Monetaria durante varios años. Compran una parte de su deuda para reducir el monto y le conceden nuevos préstamos a intereses muy inferiores a los de los mercados.
La solución implicaría reforzar el sistema de defensa anticrisis de la Unión Monetaria para evitar el contagio a España e Italia, así como la adopción de planes para reducir los déficits públicos.
Soluciones que han sido planteadas
Para el presidente de la Comisión Europea, José M. Durao Barroso, la solución debe incluir: medidas para asegurar la estabilidad de las finanzas públicas griegas, participación del sector privado en financiar a Atenas, un uso más flexible del fondo de rescate EFSF de la zona euro, reparación del sistema bancario de la región y liquidez para mantener funcionando la economía.
En lo que pareció una crítica velada a la canciller alemana Angela Merkel, la renuente pagadora de Europa, Barroso dijo que era tiempo de que los líderes digan «lo que pueden hacer y lo que desean hacer. No lo que no pueden hacer y lo que no harán».
Merkel bajó las expectativas el martes, diciendo que la cumbre no traería una solución espectacular a la crisis griega, sino que seguiría con la serie de pasos graduales para combatir la fuente de los problemas de deuda y de competitividad de Atenas.
Hasta ayer Alemania, el principal pagador de la Unión Europea, había bloqueado cualquier curso, y aunque una fuente cercana a las conversaciones había dicho a Reuters que ambas ideas estaban de nuevo sobre la mesa, no había todavía indicios de que Berlín cambiara de parecer.