Todos los pueblos en Vicente Hernández

Todos los pueblos en Vicente Hernández

Vicente Hernández  pertenece a las nuevas  generaciones de artistas cubanos que se imponen en  Miami, New  York  y Europa  por significar dentro  de la  gran producción  pictórica  de toda  Latinoamérica un talento dibujístico indiscutible  y una gran exuberancia de conocimientos  y referencias que plasman  en la  tela una personalidad  narrativa y visual extraordinaria.

 El joven artista nos sorprende ante todo por el equilibrio de la ejecución  técnica  con la figuración  de un  mundo  propio,  nutrido  en un imaginario  que  se enriquece  de un conocimiento  humano  del viaje y de la  fusión  de los mundos en un mundo plástico, el  suyo compartido gracias a exponer su  obra a un gran público.

Estamos  frente  a unos escenarios  que cruzan la aventura humana terrestre  desde  la génesis, es una  obra  intemporal que saca  su poética de las  mitologías  antiguas y a la vez de los experimentos técnicos contemporáneos.

En  una  palabra, nos presenta un  homenaje que eleva el genio de la  humanidad  en toda  su trayectoria sobre la Tierra, con una intensidad  de  humor  y alegorías que le  dan  al  conjunto de la exhibición unas  características de película de  ciencia  ficción,  donde  nos encontraríamos  por ejemplo entre  el mundo de  Julio  Verne y el Macondo de  Gabriel García Márquez.

El propio artista titula  su  muestra  presentada  en La Marquetería “En cada  pueblo  están  todas  los pueblos”… -yo le agregaría y los mundos.

Es,  justamente porque  su imaginación  y su narrativa  se refieren  a la condición  humana en todas sus dimensiones: mitológica  e  histórica,  la social y  la onírica.  Pero, lo más destacable es que  esta percepción  está  llevada  a  su relación con  República  Dominicana en el  Camino de  Colón. Observamos  la  llegada  de  un  buque del siglo pasado cargando  un zeppelín que transporta  el Alcázar de Colón, luciendo la bandera  dominicana, entre  cielo  y tierra, abriendo  camino  por una ciudad  que parece  inundada  por un  diluvio  ancestral.

En este  cuadro de  gran equilibrio  en  el tratamiento de la  composición  y del espacio, el artista  hace prueba de un gran sentido de las perspectivas y de la  profundidad. El horizonte se destaca en un movimiento  circular  que divide  la tela en   el espacio  celeste  y en el terrenal. Las nubes se deslizan  en llamaradas  crepusculares  que  a la vez  podrían confundirse con las emanaciones del  zeppelín.

El espacio en la  tela es  urbano, con  un amontonamiento de construcciones de casas de  madera que nos recuerda el  Santo  Domingo de  principios del  sigloXIX y XX   antes del desastre  del ciclón  San  Zenón.

Toda la dinámica  dramática de la obra encuentra  un  punto  de armonía  en el dominio de la paleta, pues aquí los  colores actúan  como elementos  pacificadores  y ofrecen al conjunto una gran  energía  de recogimiento.

En  otra  obra, el viaje de todos, la referencia  a  Hispaniola es obvia, pues el centro de la representación es la geografía  insular-sin fronteras, con una dinámica de viajeros marítimos que  llegan del  mundo entro con los  signos  de la  humanidad en  algunos  casos, y con  menciones específicas del reloj solar, de la minora  judía  y de geometrías  angulares  que se refieren a los  Masones de  América. Pero,  así  como  llegan también se van… en  yola  o en cualquier  artefacto construido  a la  buena de  Dios,  y con el  ímpetu del “sálvese  quien  pueda”…Todo  esto, son referencias  insoslayables a los viajes ilegales, a los  balseros  a  los  “boat  people”  y  al movimiento de  inmigración  incesante de  lado y lado de la  frontera.

En esta abundancia de  deriva humana  plana  sobre la isla, el vuelo dócil  y  suave  de velas  y  pergaminos  convertidos  en gaviotas, y por el río  Ozama  pedalean  sobre las  aguas unos velocípedos  sacados probablemente de  Cien  años de  Soledad; mientras,  por el río se  divisan  las goletas del  Almirante  genovés.

De boca del propio Vicente Hernández disfrutamos de un discurso antillano, pues él considera que “en las Antillas se multiplican las formas y de Quisqueya nos llegan sus aires. Agrega, que un micromundo de islas se asoma pícaro para descubrir a la gente más alegre del mundo. “No exagero si digo que la sonrisa que se dibuja en sus caras es el atributo para contar al viajero venido de lejos, que se sorprende ante el caudal de simpatía de aquellos quienes han sabido convivir con el dolor y a veces la pobreza. ¿Dónde está el don o el ángel que signó tal belleza? Mirar este lugar es una invitación por fuerza a vivirlo, quién contagia, no sé. Pero ha sabido hacerlo por siglos dejando varados en estas hasta a los más conservadores defensores de su ancestralidad.

República Dominicana es el lugar del homenaje, es a su gente, sus tradiciones e identidad. Me admira lo igual que se devela su parecido  y me atrevo a hacerme de ella, para saber y descubrir, una vez más, que en cada pueblo están todos los pueblos…

Para admirar, disfrutar, en fin, gozar la obra de Vicente Hernández, hay que vivir la poesía de cada una de sus obras, ya que es un pintor-poeta que recibe la sabiduría de seres humanos testigos del tiempo y de la arquitectura, de las casas, de los muelles, de los ríos, del mar, de aquellos que viven y habitan las pequeñas ciudades y espacios caribeños, marcadas por el espíritu de sus gentes, de sus ancestros, con mucha historia e historietas excepcionales, de un surrealismo del cual se apropian artistas de la categoría de Hernández.

En síntesis

Nace en  Batabanó, Cuba, el 9 de noviembre de 1871. Graduado en el año 1974 como Licenciado en Educación Artística en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de La Habana, donde ejerce como profesor durante dos años en la Facultad de Artes Plásticas. Entre sus principales muestras se encuentran 12 exposiciones individuales, más de 40 exposiciones colectivas  y dos participaciones en las subastas de Arte Latinoaméricano de Sotheby´s y Christie´s en Nueva York.

Ganador de varios primeros premios y menciones en concursos y encuentros del género del paisaje. Sus obras han ilustrado varios libros y han sido referenciadas en revistas y periódicos. Además, su obra circula en los grandes escenarios del arte contemporáneo.

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