FARID KURY
En el Partido de la Liberación Dominicana, arriba como abajo, hay radicales, que creyéndose autosuficientes ofenden innecesariamente, y eso en política es un error que siempre, siempre, se paga, y a veces con creces.
Eso explica que algunas personas, incluyendo dirigentes que se les supone cierto talento político para comprender sin traumas los requerimientos coyunturales, digan, tal vez en momentos de inconformidad, que determinados dirigentes o figuras no son importantes, porque el triunfo está asegurado.
Visulizar el triunfo desde esta perspectiva es desconocer la historia electoral de la República Dominicana y América Latina, donde el electorado no está hipotecado a ningún líder ni partido. La profundidad de los problemas sociales y económicos acumulados por siglos hace que las simpatías y la fidelidad se muden con facilidad asombrosa. En países como el nuestro los vínculos entre las masas y el partido o líder son muy frágiles y en cualquier momento pueden fragmentarse.
Por suerte, Leonel Fernández es el candidato presidencial y eso es una garantía de ecuanimidad, prudencia, inteligencia y buen manejo. El doctor Fernández nunca ha sido inclinado al enfrentamiento y menos al avasallamiento. Es partidario de la convivencia armoniosa de las diferentes fuerzas.
Lo conozco desde años y sé que, a diferencia de otros, no es un político radical. Digo, nadie con su inteligencia puede padecer ese cáncer. Es un hombre de razonamiento que siempre deja abierta la puerta del entendimiento. No cierra ninguna puerta.
No se sobreestima ni subestima a nadie. Para él no hay enemigos pequeños. Como buen estratega y táctico, sabe que en política, y más en campaña electoral, sólo se gana sumando, no restando.
Ha demostrado mucho talento para sumar, aunar esfuerzos y voluntades en torno a su candidatura y liderazgo. En estos momentos es el único líder dominicano con capacidad de aglutinar y articular un proyecto de gran envergadura.
En base a un ejercicio de inteligencia, ha articulado un gran frente electoral que desde ya lo convierte en un candidato muy difícil de vencer. Hasta el momento 13 partidos y una avalancha de movimientos apoyan su candidatura, y eso nos habla bien a las claras de su visión aglutinadora.
La última encuesta Gallup-HOY le asignó 42 por ciento y al PLD 44. Eso es suficiente para sentirse cómodo y sin preocupaciones. Pero Leonel no se duerme. Sabe que aquí puede haber, de un momento a otro, sismos políticos, capaces de mudar las simpatías. Sabe además que es el 16 de mayo, cuando se cuenten los votos, que esta batalla termina. Mientras, procura el mínimo voto.
En ese escenario Leonel está haciendo su papel. Otros deben hacer lo que manda el deber. La unidad interna es vital y nadie debe peligrarla. Hay muchos ejemplos de divisiones que han conducido a derrotas impensables.
La convención ya terminó y el resentimiento propio de una contienda interna que por momentos fue álgida, debe quedar atrás. Ahora hay que visualizar una perspectiva más amplia y pensar en el triunfo. El PLD y el país observan el comportamiento de sus líderes y dirigentes.
Hay que sumar afuera y adentro. Sumar por todos los lados y por todas partes es el objetivo. Es la manera de arrancar con fuerza huracanada la campaña y convertir en votos la simpatía del candidato.
Son importantes todas las fuerzas internas, los aliados, los partidos y las figuras que han proclamado su adhesión a la causa morada. Quien crea lo contrario no estará contribuyendo con efectividad al triunfo de Leonel y el PLD. En definitiva, como dice un amigo, todos son importantes.