Tokio, Japón. Tokio dice hoy adiós a uno de sus hoteles más emblemáticos, el Okura, un edificio icónico del modernismo japonés que será demolido para construir un rascacielos a pesar de la oposición de profesionales y amantes de la arquitectura y el diseño.
El icónico Okura abrió sus puertas el 20 de mayo de 1962, en pleno auge económico de Japón y dos años antes de los primeros Juegos Olímpicos de la capital nipona.
En sus más de 800 habitaciones se han alojado importante figuras como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el Dalai Lama, Ronald Reagan, Margaret Thatcher o Diana de Gales.
El hotel, de estética geométrica, es obra de los arquitectos Yoshiro Taniguchi, Hideo Kosaka, Shiko Munakata y Kenkichi Tomimoto, y destaca en su interior por los elementos decorativos con patrones indígenas nipones y los ornamentos de artesanía tradicional.
El edificio principal, el más antiguo y querido, entrará mañana en un proceso de reconstrucción que implicará su desmantelamiento y demolición.
En su lugar se construirá una gran torre cuya finalización está prevista para 2019, un año antes de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y cuyo coste se estima en unos 100.000 millones de yenes (735 millones de euros/825 millones de dólares), según cifras recogidas por el diario japonés Japan Times.
Desde que el plan de remodelación se anunciara hace un año, las voces críticas se han alzado para protestar y pedir que se conserve un edificio propiedad del grupo hotelero japonés Okura que muchos consideran parte de la historia y la identidad de la metrópoli.
Entre ellas la de la revista de tendencias “Monocle” que, liderada por su delegada en Tokio, Fiona Wilson, emprendió la iniciativa “Save the Okura” (salvemos el Okura) en 2014. También se ha implicado de manera muy personal, Tomas Maier, director creativo de la firma italiana Bottega Veneta.