Por Claudia Rita Abreu
En toda contienda se gana o se pierde, lo siguiente es identificar lo necesario para seguir avanzando por un camino, lo menos tortuoso posible, hasta la meta final, motivados por aquello que entendemos ser lo mejor para nuestro país.
Mientras vemos los resultados de la “política por delante” y siguen las apuestas y especulaciones de la “política por detrás”, hay temas que no debemos dejar pasar por alto porque ensucian la lucha por una mayor representación femenina en los espacios de poder.
El escenario de violencia política de género vivido en torno a la pasada Consulta Ciudadana para elegir la pre-candidatura presidencial del PLD, es indignante. Mujeres de otros partidos también me han comunicado la preocupación al respecto, por lo que no debe de dejarse pasar por alto sin mostrar repudio e intentar aportar para mejorar el ambiente en ese sentido, fomentando tolerancia cero ante críticas misóginas y machistas.
Representantes de grupos políticos que concentran un machismo rancio y resentido, se deleitaron encendiendo chispas a quienes sólo necesitan una ligera gota de veneno para desatar un brote de irrespetos de índole moral y familiar a una mujer, lo que no cuestionan en el caso de sus colegas hombres.
La situación de Margarita Cedeño Lizardo, no sólo de aspirante a la boleta presidencial de un partido grande como el PLD, si no, en su condición de que fue la primera mujer vicepresidenta en la boleta de dicho partido y la segunda en ocupar esa posición en el país, figura clave en el escenario que se vivió en el 2012 con dos grandes liderazgos dentro de una misma organización, como también, en el 2019 quedándose en su partido, mientras se pasaba por la peor crisis política interna que dicha institución haya vivido jamás, gracias a la salida del expresidente Fernández, su ex-marido, para formar otra organización política, es un hecho histórico sin precedentes en nuestro país y que necesita de fortaleza personal y capacidad de manejar circunstancias complicadas.
He conocido varios hombres en la política que cuando su familia se les revela, no tienen la capacidad de imponer sus ideas, criterios, decisiones y compromiso partidario, como tampoco, sus aspiraciones legítimas o apoyos a otros dentro de un partido político.
Aquí no se trata de héroes, heroínas o mártires, se trata de elevar el debate y reconocer en las mujeres su rol político, sus aportes, su arrastre y su coraje cuando se la han jugado a favor de lo que creen, sin caer en temas de índole personales para herir y minimizar sus capacidades, dándole por su rol de madre, hija, esposa, hermana, etc..
Las mujeres no podemos permitir que la crítica se vaya por el camino incorrecto, la lucha por el poder es fuerte, pero tampoco debemos otorgarle licencia para caer en machismos rancios y fuera de época.
Ha vencido la unidad en el PLD, y que bueno. Necesitamos ahora, que la foto de quienes nos representan, se parezca a lo que somos como sociedad: un grupo de hombres y mujeres conviviendo juntos todos los días de nuestras vidas.