Tomás Eloy Martínez, sella en el papel historias salpicadas de misticismo y realidad

Tomás Eloy Martínez, sella en el papel historias salpicadas de misticismo y realidad

La sencillez de sus expresiones fijaron el punto de partida que nos llevó a conocer un poco su hoja de vida. De voz pausada, serena y franca, Tomás Eloy Martínez en cada sílaba pronunciada durante este diálogo permitió que descubriéramos el pacto de fidelidad que en cada obra le regala a sus lectores: su renovada vocación de escritor.

Al darnos el mutuo saludo de presentación dijo que siempre se mantiene informado de lo que acontece en el país, donde tiene algunos amigos poetas y escritores. “Quiero tener más amigos, porque me gusta el modo de ser del dominicano, me parece encantador, porque son inmensamente cálidos y hospitalarios”.

Sentados cómodamente en la Sala de Prensa del Conservatorio de Música, –donde no se sentían las altas temperaturas de afuera , este escritor que vino al país como invitado de la VII Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, resaltó que además de compartir personalmente con los dominicanos en el evento cultural, llegó con el interés de que le conociéramos sin el misticismo que impregna a sus historias escritas –en su mayoría en el género novela–, pero sin dejar de lado que la realidad y la ficción se mezclan con mucha frecuencia, es decir, que están infiltradas en sus historias.

Entrando en materia, con suma franqueza confesó que los primeros pininos de su carrera literaria los dio cuando tenía siete u ocho años, motivado por la prohibición que le hicieron sus padres para que no fuera al Circo de los Hermanos Medina en la provincia Tucumán, donde nació en 1934. Desafiando esa orden se escapó, pero sus padres al ver que era tarde y no llegaba, lo buscaron por toda la ciudad, en los hospitales, las comisarías, y por desobediente como castigo le prohibieron por un mes las dos cosas que más le gustaban a esa edad: leer e ir al cine.

Entonces, como a su entender le habían prohibido el derecho a la imaginación, su primer cuento fue de protesta contra sus padres, cuyo argumento se trata de un niño que estaba en una estampilla, dentro un país exótico, posiblemente africano, “que empezó a recorrer sabanas desiertas, y siguió su recorrido por el mundo, hablando con gente de lenguas extrañas, pero de todas formas en el cuento si las entiende… Así me entretuve y me conté a mí mismo la primera historia que no podía leer en los libros porque estaba vedado por mis padres. Eso fue en 1944 –1945, terminando la Segunda Guerra Mundial”.

Después escribió poemas –como todos los adolescentes , pero nunca dejó de caligrafiar relatos. “Si no existieran los géneros literarios, los profesores no estarían en las aulas. En mi caso trato de englobarlos todos, básicamente novelas, que son de gran aliento, en las que tienen cabida todos los géneros, incluyendo la poesía, el cine, el teatro y la música”.

Tan mal no le ha ido con esa “confusión” –como él le suele llamar que su novela Santa Evita fue traducida a 36 idiomas, y según lo confirman los datos estadísticos, es el libro más traducido de la cultura argentina, porque apareció en el período de la enorme atomización de Europa, cuando los estados rusos se independizaron, debido a esto cada región tradujo el libro al croata, serbio, armenio, lituano, checo, eslovaco.

Parte de la vida de este gran ser humano también ha transcurrido en medio de una sala de redacción. En tal sentido afirma que la diferencia esencial entre un periodista y un novelista estriba en que si el primero no piensa en su lector, está perdido, “su mensaje no tiene destinatario”, mientras que el escritor que “tiene en su cabeza al lector”, pues se pierde en complacerlo.

Cabe destacar, que además de su trayectoria periodística y literaria ha desarrollado una extensa carrera académica que comprende conferencias y cursos en importantes universidades de Europa, Norteamérica y Suramérica, así como su vinculación como profesor a la universidad de Maryland (1984 1987). Desde julio de 1995, es profesor distinguido de Rutgers University en Nueva Jersey y director del Programa de Estudios Latinoamericanos de esa universidad.

En los días previos a su visita a la primera ciudad del Nuevo Mundo acababa de publicar El cantor de tangos, que hasta ese entonces había salido en Argentina y Madrid. Ahora tiene en mente escribir una de nombre Purgatorio que será una historia de la vida cotidiana de los argentinos durante la dictadura militar y tiene mucho que ver con la complicidad de la mayoría de la población con la dictadura, tema del cual no se tomaba conciencia: el asentimiento, el consentimiento a la dictadura.

[b] “Los libros se benefician cuando son llevados al cine”[/b]

Sabiendo que las novelas escritas y el cine representan dos artes distintos e independientes, Tomás Eloy Martínez nos contó que hacia 1997 y 1998, vio la película “La reina Margot”, del director francés Patrice Chéreau y luego leyó la novela de Alejandro Dumas, a lo que afirma que la novela es infinitamente mejor, aunque la película es buena.

A través de este paradigma dejó a entender, que a pesar de las diferencias, a veces las novelas que son filmadas con imágenes y movimientos despiertan cierto interés entre las personas, que se traduce en pasión por leerlas. “Ha sucedido con algunas novelas latinas, Como agua para chocolate, de la escritora mexicana Laura Esquivel es el ejemplo mayúsculo, el hecho de que haya sido llevado al cine y tuviera gran éxito en Hollywood la convirtió en un objeto de publicidad. También mencionó El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, escritor argentino, cuya novela casi desconocida en Estados Unidos se convirtió en un best seller a partir de la versión cinematográfica que hizo el director Héctor Babenco con la actuación de William Hurt y Raúl Juliá en 1985, que ganó un Oscar como mejor película, mejor actor, director y guión adaptado.

En ese sentido, precisó que la película beneficia a la difusión, pero a veces el argumento cambia, pues son dos géneros distintos. “Desde el mismo instante que el autor entrega el libro al cine, está cediendo el derecho de que el director haga lo que mejor le parece”.

A este hecho puso como ejemplo que lo mismo ocurre cuando el autor publica un libro, “el lector lo lee como se le da la gana, el libro existe y es diferente en la medida en que el lector lo va cambiando. No hay dos libros iguales. Si usted lee El vuelo de la reina de mi autoría, y otra persona también, ambas leerán el mismo contenido, pero de forma diferente porque lo hacen con su visión del mundo, con sus prejuicios, con sus sentimientos, con su experiencia, con su inteligencia, y eso nunca es idéntico en dos lectores”.

En torno a El vuelo de la reina, ganador del V premio Alfaguara 2002, nos dice que relata la historia de G. M. Camargo, director de un periódico de Buenos Aires, que se obsesiona por Reina Remis, una periodista de talento a la que dobla en edad, expresó que no sintió nada muy diferente de lo que pasó con los otros libros, “un premio es un azar, no cambia nada en la vida de las personas, mucho más estrepitoso fue el éxito con Santa Evita, que también ha tenido varias traducciones. Somos el mismo con premio o sin ellos”.

Confesó que La mano del amo, novela escrita en 1991, es su libro más secreto y el que más le gusta “y en el que más yo estoy mejor representado. Ese libro es muy poco conocido y se publicó entre La novela de Perón y Santa Evita. “Como la gente esperaba de mí más de lo mismo, y el argumento del libro es totalmente distinto, entonces se sorprendió y no tuvo mucho éxito de criticas grandes”.

Sobre Santa Evita, que en la portada tiene la frase: “Éste es el libro que me hubiera gustado leer”, confesó que su amigo Gabriel García Márquez dijo: “Éste es el libro que me hubiera gustado escribir, pero a mí me pareció un exceso y entonces en común acuerdo con él cambiamos la palabra escribir por leer”.

[b]Libros latinos en Estados Unidos[/b]

Muchos escritores y escritoras de habla hispana por una u otra razón han tenido que emigrar a Estados Unidos. Poco a poco, han hecho camino al andar, pero el mercado es difícil y con una multiplicidad de obras ilimitada.

Al respecto, Tomás Eloy Martínez aseguró que salvo dos escritores, para los latinos cualquier eco de éxito público nos parece enorme, pero realmente no pasa gran cosa. “Lo que más éxito suele tener de América Latina no es lo mejor. Por pura casualidad tuvo éxito hace muy poco tiempo, casi 40 años después de publicada, Cien años de soledad, porque la animadora de televisión Oper Winter dijo que era el mejor libro que había leído en su vida, lo que causó un revuelo tan grande que del libro se vendió dos millones de copias en dos semanas “pero enseguida bajó de la lista de best seller, porque las personas se encontraron con un libro complejo que no es fácil de leer. Las obras que tienen mucho éxito son las de Isabel Allende, y en el caso de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, pero son libros tributarios de Gabriel García Márquez, es decir, que las personas leen más la copia que el original. “Vale contar que autores que nosotros respetamos y tienen mucho éxito en nuestros países como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, aún en los éxitos mayores no tenemos grandes ventas”.

Por ejemplo La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa en República Dominicana vendió 50.000 ejemplares y en Estados Unidos 4.550. “Esa es una gran cantidad para un escrito latinoamericano. Yo tuve mucho éxito con Santa Evita porque tuvo mucha promoción y llegó a vender 70.000 ejemplares, pero es ocasional, circunstancial, y también pasajero, no significa eso que el libro perdura en la memoria de la gente. Ese libro se lee como quien lee un policial y así se deja”.

[b]Situación argentina[/b]

En esta entrevista no podíamos dejar de hacerle la pregunta sobre la situación económica de Argentina, país que en el 2001 vivió una de sus mayores crisis. Al respecto expresó que en este momento está en calma, “esperanzados hemos salido del abismo, estamos llegando a una especie de resurrección en el orden de los valores y en la reestructuración de la sociedad, el país está recuperándose en el ámbito económico e intentando pagar la deuda externa”.

“Hubo una situación económica grave, dejamos de pagar la deuda, aún no han descendido los índices de pobreza, ni hemos mejorado los índices de alfabetización –que antes era muy alta , y descendió a raíz de la pobreza 97% y después al 92% el número de analfabetos, debido a la miseria, y porque los infantes deben estudiar y trabajar. Aunque esos valores no han mejorado, hay una enorme esperanza en la población y eso es importante. Cuando hay una mística nacional que permite creer o estar seguro que un país va a cambiar de rumbo para encontrar un destino mejor, entonces todas las fuerzas del país se ponen en movimiento y avanzan en esa dirección. La corrupción, que es uno de los problemas que aqueja a los gobiernos de América Latina, cuando es menos evidente, la situación mejora”, puntualizó.

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