La luz solar es beneficiosa para el organismo, ya que aporta vitamina D, mejora la circulación sanguínea, protege de algunas infecciones y proporciona gran vitalidad. Además, la piel bronceada favorece, pero el precio a pagar por lucir esa tonalidad dorada es muy alto, si no se toman las recomendaciones adecuadas.
La moda de estar bronceado surgió en el siglo pasado con la liberación de la mujer y los nuevos usos sociales que permitían a mujeres y hombres disfrutar del aire libre y del deporte, lo que unido al hecho de que el sol dejó de asociarse al mundo del trabajo, influyó de manera decisiva.
En poco tiempo la piel bronceada fue sinónimo de libertad, de tiempo libre para dedicar al ocio y de más salud y vitalidad.
[b]Daños acumulativos[/b]
Sin embargo, en los últimos años se habla de la necesidad de cambiar algunas de estas actitudes y de lo pernicioso de tomar el sol sin límites, ya que se ha demostrado que a mucha exposición solar mayor y más rápido envejecimiento precoz en mujeres y hombres. Es necesario ser conscientes de que los rayos solares ejercen agresiones sobre el órgano más extenso del ser humano: la piel.
Los especialistas alertan también de que el sol se debe tomar con moderación, de que hay que evitarlo en las horas centrales del día entre las 12:00 y las 16:00 horas y de que es conveniente utilizar fotoprotectores solares con un índice de protección adecuado a la piel de cada uno.
La mayoría de la población mundial no utiliza cremas con protección solar y, además, en la mayoría de los casos, las usan con un índice de protección insuficiente.
Los daños de las radiaciones solares son acumulativos. La cantidad de sol que admite una persona es limitada y llega un momento en que comienzan a notarse las alteraciones propias del envejecimiento solar.
Estos daños pueden ir, desde enrojecimientos anormales en la piel, hiperpigmentaciones moteadas, pérdida de elasticidad, deshidratación y mayor profundidad de las arrugas a los efectos más nocivos y peligrosos, el cáncer de piel, del que se diagnostican cada año más casos.
[b]¿Cuál es su fototipo?[/b]
El fototipo hace referencia a la capacidad que tiene cada individuo frente a las radiaciones solares. Es fundamental conocer cuál es el nuestro para elegir el factor de protección adecuado.
Va a depender del color de la piel, de los ojos y del pelo, así como de la facilidad para broncearse.
Pelirrojos, de ojos claros y piel blanca y sensible: en estos casos la protección adecuada será un solar con un SPF Factor de protección solar- entre 40-60.
Cabello rubio, ojos claros y piel sensible que suele quemarse y apenas broncearse: la protección ideal estará en un SPF 20 como mínimo.
Cabello castaño, ojos marrones y piel clara que primero enrojece y luego se broncea: se recomienda un SPF 20 y en días posteriores un SPF 15.
Para las pieles oscuras que se broncean rápidamente, y rara vez se queman: resulta imprescindibles protegerlas con un SPF 15, el mínimo recomendado.
[b]Normas para broncearse[/b]
Sobre la utilización de las cremas también hay mucho desconocimiento, ya que se deben aplicar al menos media hora antes de tomar el sol, repetir las aplicaciones a intervalos de dos o cuatro horas, sobre todo si se está en contacto con el agua y, en general, no usar las cremas del año anterior.
Esto es debido a que los protectores solares son muy sensibles a la temperatura, suelen mezclarse con elementos que las dañan, como la arena de la playa, y se deterioran con bastante rapidez, por lo que no se aconseja utilizarlos de una temporada a otra cuando ya se han abierto.
Para tomar el sol hay que hacerlo siempre con gafas con buen nivel de protección para evitar daños en los ojos. Utilizar también un sombrero de ala ancha, y no sólo una gorra con visera, además una crema con alta protección, adecuada al fototipo de cada persona que nos indicarán en la farmacia- y aplicarla de manera generosa. Fundamental es evitar la exposición al sol entre las 12 del mediodía y las 4:00 de la tarde.
Los niños menores de tres años no deben ser expuestos al sol y en todas las edades es necesario protegerse con ropa y sombrero. También se aconseja cremas con altos factores de protección y hacerles beber agua con frecuencia.
El factor mínimo de protección aconsejado es el número 15. Pero tenga en cuenta que en la sombra, bajo una sombrilla o en días nublados, también es necesario aplicarse crema de protección y hay que continuar aplicándose cremas cuando la piel ya está bronceada.
El objetivo de los fotoprotectores no es aumentar las horas de exposición al sol, sino proporcionar un cuidado adecuado en una exposición razonable y broncearse sin riesgos. Esos productos evitan las quemaduras y permiten que el bronceado se mantenga más tiempo.
¡No se debe olvidar proteger la planta de los pies y las palma de las manos!