A Tongo la vida le dio un giro de 180 grados de un minuto para otro. De ser un hombre alegre y trabajador, ha pasado a ser un paciente parapléjico, completamente dependiente de su hermana Elsa, quien lo cuida con amor y esmero.
Y es que Ramón Morales Figuereo Cuello sufrió una caída desde un segundo nivel en Las Terrenas, un lugar donde se había trasladado a trabajar para colocar escrines en una propiedad. Ese día marcó la otra cara de la historia de Tongo, como comúnmente se le conoce en el Ensanche La Fe, en el Distrito Nacional.
Ahora, justo a dos meses de ese accidente, Tongo, de 55 años, recién cumplidos en agosto pasado, pasa sus días encerrado en una pequeña habitación, ambientada con un ensordecedor abanico de pared y acompañado por su padre, Críspulo Figuereo, quien con sus 95 años a cuestas, tampoco puede levantarse de su lecho.
Puede leer: Un sueño estético que se convirtió en pesadilla: mujer denuncia mala práctica en cirugía
Es la casa (alquilada) de Elsa Figuereo Cuello y su esposo Pedro José Martínez, un matrimonio que ya cuenta con 37 años de unión y que sobrevive del negocio de la venta de frituras en una acera de la calle Luis E. Pérez, también denominada la 49, detrás del Colegio Nuestra Señora de La Fe, así como del empleo de su esposo, en el helipuerto del Departamento Aeroportuario (DA). Su anhelo es una casa propia para continuar el cuidado a su padre y a su hermano.
Sobre su estado de salud ella dice poco, pero reveló que padece de osteosporosis crónica, circulación, diabetes e hipertensión arterial. Fue despedida de esa institución (DA) en 2017, donde laboraba como conserje y desde entonces su aporte al presupuesto familiar proviene de su pequeña fritura.
El accidente
Luego de sufrir la caída, a Figuereo Cuello (Tongo), lo trasladaron al hospital municipal de Las Terrenas. Con voz casi imperceptible, narra: “me llevaron al hospital y un médico me indicó una tomografía, pero debían trasladarme a una clínica privada, porque en el hospital no estaba ese aparato. Mis compañeros de trabajo me llevaron a la Clínica Internacional y allí me hicieron el estudio”.
Precisó que al día siguiente, cuando nuevamente fue llevado al hospital para saber los resultados, el personal de salud que le atendió le informó que no tenía ninguna lesión de cuidado, por lo que fue despachado. Sin embargo, al sentir que por cada minuto que transcurría los dolores en su cuerpo aumentaban, volvió al hospital.
“Cuando volví, un médico me hizo un referimiento para un hospital de Santo Domingo. Vine con uno de los muchachos y junto con mi hermana me llevaron al Seguro (Hospital Salvador B. Gautier). Me hicieron otra tomografía y dijeron que no tenía nada”, expresó.
Ya el día contaba el miércoles 31 de julio. Esa noche no pudo dormir de tanto dolor. “Yo no aguantaba el dolor, las piernas no me las sentía, no podía sostener el cuello y sentía que me iba a morir”. Ese relato es confirmado por Elsa, quien agregó: “mi hermano estaba tan mal, que hasta se les salieron sus necesidades fisiológicas y no se daba cuenta”.
Toman la decisión de llevarlo al Hospital Darío Contreras, donde es ingresado de urgencia a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) e intervenido quirúrgicamente, debido a que presentaba dos lesiones en la médula.