Toño: El hombre de las mil caras

Toño: El hombre de las mil caras

POR MANUEL EDUARDO SOTO
Desde que Toño Rosario se separó de sus hermanos para iniciar una exitosa carrera internacional como solista, ha sido un artista que se ha estado renovando constantemente, aunque a veces ha llegado a extremos. Además, ha manipulado a la prensa creando diferencias inexistentes con sus otros hermanos, capturando de esta forma los titulares de los diarios y revistas.

Rafa, el líder de Los Hermanos Rosario, me dijo en varias ocasiones que el amor fraternal dentro de su familia permanecía invariable, a pesar de las declaraciones públicas de su excéntrico hermano que mantiene residencias en Miami, Puerto Rico y República Dominicana.

«Cuando estamos en familia, Toño es un Rosario más», me aseguró Rafa. «Las polémicas no traspasan el umbral de la puerta».

Pero esas controversias le han servido a Toño para trascender más allá de sus hermanos, logrando contratos disqueros internacionales y monstrando imágenes a veces descabelladas —como cuando decidió actuar con falda— que aunque no es el mejor cantante de merengue que haya existido, por lo menos le ha permitido ganar popularidad.

Actualmente promueve el tema «Sobreviviré», perteneciente al álbum del mismo nombre que distribuye el sello Universal y la canción de la telenovela argentina homónima, el que lo ha devuelto a los primeros lugares de popularidad tanto en la República Dominicana como en sus mercados más importantes como Miami, Nueva York y Puerto Rico.

A mí me correspondió conocerlo de primera mano en 1998, cuando lo entrevisté en Miami con motivo del lanzamiento de su álbum «Exclusivo», del cual surgieron éxitos como «Así fue», del mexicano Juan Gabriel; «Un buen perdedor», del venezolano Franco de Vita, y «Mi novia salió preñá».

El encuentro fue en el elegante hotel Sofitel, vecino al aeropuerto de Miami, y cuando bajó de su habitación al vestíbulo noté que el Toño Rosario al que iba a entrevistar estaba estrenando una nueva imagen: la de hombre de negocios.

Con camisa blanca, suspensores rojos, pantalones de lino y zapatos de colores blanco y marrón, el artista que tenía frente a mí ya no era el excéntrico capaz de hacer cualquier cosa por llamar la atención. Parecía más bien un ejecutivo que acababa de hablar por teléfono con su agente de la bolsa para saber cómo estaban sus acciones.

Pero no sólo su imagen era distinta a la que había visto en las carátulas de sus discos y en los escenarios de diversas ciudades. También hablaba como una persona preparada, aunque sin usar términos rebuscados. Me expresó sus deseos de agregar mercados a su éxito y su apego a sus hermanos, con los que había llegado al mundo del espectáculo un par de décadas antes.

Posteriormente, en el 2002, se dispuso a conquistar América con su producción «Toño en América», la que incluso fue nominada al Grammy, pero no consiguió ganar el codiciado galardón representado por una victrola.

De ese álbum salió «Yo kuli yo kulá», el que volvió a ponerlo en el centro de la polémica, ya que los críticos lo atacaron implacablemente por emplear palabras sin significado en sus canciones.

En fin, Toño regresó recientemente a la República Dominicana —aunque jura que nunca se ha ido— para cumplir una serie de 20 conciertos que sin la menor duda serán un exitazo, porque a pesar de sus altibajos y caprichos, sigue siendo uno de los merengueros más populares que ha producido República Dominicana.

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