POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Grabador, pintor, dibujante, escultor, instalador, investigador, poeta, aventurero exportador de la imaginación, en el sentido más auténtico y acabado de cada una de estas misiones, Tony Capellán nació en Tamboril en 1955, educándose artísticamente en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en la Art Students League de Nueva York.
Durante el último cuarto de siglo, Capellán ha estado desarrollando una intensa y fructífera trayectoria creativa que le ha merecido respeto y reconocimiento como uno de los más comprometidos representantes del arte latinoamericano contemporáneo. Sus sorprendentes orquestaciones han sido acogidas en importantes espacios de resonancia para el arte contemporáneo de países como Brasil, Estados Unidos, Puerto Rico, Perú, Nicaragua, España, Francia, Mexico, Cuba, Holanda, Noruega y Martinica.
En muchas de sus instalaciones, él aborda problemáticas sociales, tales como los valores y ritos culturales identitarios, el amor, la solidaridad, la violencia, la doble moral cotidiana, la sexualidad, el autoritarismo, el comercio de órganos humanos y la devastación ecológica. Magnífico taumaturgo del reciclaje, Tony Capellán se vale de una extraordinaria previsión de objetos y materiales recogidos en el Mar Caribe o adquiridos en los márgenes de la posindustrializacion para materializar una poética visual cuya apertura nos revela, en penúltima instancia, los altos niveles de elaboración simbólica con los que nuestros artistas visuales contemporáneo llegan a expresar la complejidad de la consciencia nacional. Lo que hay que ver es la luz, las sobras son muchas, sostiene, confesándose eterno admirador de José Marti, en el reinicio de un diálogo inconcluso del que extraemos estos fragmentos vitales y reveladores.
ALM: Creo que en Santo Domingo deberíamos practicar más a menudo la observación crítica de las gestiones institucionales, de las trayectorias individuales e incluso de las poses o gestuales personales de los artistas e intelectuales. Por ejemplo, ahí esta la gestión de la Secretaría de Estado de Cultura en estos últimos cuatro años. Se nos decía que veríamos aportes notables hacia esta época y resulta que, desde mi punto de vista, por lo menos en el campo de las artes plásticas y visuales, observo que, más bien, este sector ha sido afectado, ¿tú que piensas?
Tony Capellán: Claro, todas esas poses hay que derribarlas. Por supuesto que hemos sido afectados. Si hemos crecido, a lo mejor ha sido en menos, hacia abajo. Comenzando con el Voluntariado de las Casas Reales. Casa de Bastidas era una institución que abría mensualmente cerca de cinco exposiciones y la única sala que ha quedado por la zona es la del Museo de las Casas Reales, que es una sala vanal, donde lo único que se expone es mala pintura. El cierre de la Casa de Bastidas ha sido un golpe fuerte para el nuevo arte dominicano. Porque, ¿cuales eran los espacios donde exponíamos los artistas que hacemos este tipo de trabajo?. Era en Bastidas. Era en esos espacios que tenían las condiciones materiales, las condiciones espaciales para exponer la obra. Además, te daban, brindis, invitaciones y catálogo. Esas deficiencias que hemos arrastrado durante los últimos cuatro años significan un hoyo dentro del movimiento que se estaba creando desde mediados de los 90. Es un tremendo hoyo ocasionado, precisamente, por las autoridades que deberían incentivar a que este movimiento tome cada vez más fuerza.
ALM: ¿Qué has estado haciendo en los últimos años?
TC: Bueno, yo he estado haciendo algunos intentos de proyectar mi obra en otros espacios, en otros países, en otros contextos. Yo sentía que lo que yo quería decir sobre el medio dominicano con las obras y los materiales recogidos ya lo había dicho. Entonces, yo sentía que esas historias eran historias para exportar. Quería nuevo público y he estado trabajando para eso. Por ejemplo, el año antepasado fue la exposición en Rotterdam sobre el arte del Caribe. Fue una exposición que ofrecía una visión del arte caribeño un poco parcializada hacia el arte del Caribe Holandés. Ellos decidieron ampliar un poco y me incluyeron junto a Kcho, de Cuba y algunos otros artistas del Caribe. Esa fue una participación estimulante porque fue enfrentarme con un Caribe bastante desconocido para nosotros. El año pasado estuve en Noruega, junto a otros artistas dominicanos, participando en el proyecto Cristóbal Colon.Com. Recientemente, acabo de hacer una exposición en Martinica (CMA/Centre Nartiniquais d, Action Culturelle), lo cual ha sido algo así como lanzar una flecha al aire. Fue una exposición con instalaciones y ellos resolvieron todos los asuntos prácticos. Fue una experiencia interesante.
ALM: ¿Y próximamente?
TC: Bueno, ahora estoy seleccionado para participar en octubre en una exposición sobre el Caribe que se presentará en el Museo de Rhode Island, en Providence. Tres curadores vinieron aquí el año pasado durante un mes, investigaron, vieron casi a todo el mundo y escogieron a cinco artistas dominicanos contemporáneos. Los otros son Pascal Meccariello, Jorge Pineda, Mónica Ferreras y Raquel Paiewonsky. Por otro lado, el Museo Marítimo de Salem, Massachusetts, está organizando una exposición sobre el Caribe para marzo del 2005. El curador, con una visión bastante original del asunto ha querido contar el Caribe a través del comercio, a través del cruce de culturas y de lo que el Caribe ha significado para el mundo. Él quiere contar la historia del Caribe a través de la obra de cuatro artistas nada más y este proyecto me tiene sumamente motivado. Esos artistas son Kcho (Cuba), Mark Latamie (Martinica), David Boxer (Jamaica) y Tony Capellán (República Dominicana).
ALM: En los últimos anos te has mantenido bastante retirado del medio artístico dominicano, a parte de tus actividades en el exterior, ¿hay otras razones para este claro retraimiento?.
TC: Sí, yo soy ahora un artista aislado triplemente. Aislado por la isla. Aislado porque vivo en la montaña parte del tiempo y aislado porque yo como individuo he decidido aislarme un tiempo_ Además, lo de la Bienal Nacional el año pasado fue una luz de bengala. O sea, ¿cómo es posible que después de veinticinco años de trabajo ininterrumpidos, alguien piense que un proyecto tuyo no tiene validez delante de otros sin ninguna validez y de gente amateur, sin ninguna trayectoria?. Sin embargo allí se privilegiaron esos proyectos. Cuando yo vi la Bienal dije: aquí hay un síntoma que yo debo estudiar. Porque si a partir de ahora yo debo poner mi trabajo en manos de gente que por razones extra artística me va a rechazar, entonces yo estoy perdido. Porque aquí hay gente que adquiere poder por otros medios que no son su talento y hay gente que adquiere poder para tirárselo en contra a los que están tratando de hacer algo innovador o a los que están tratando de llevar su carrera con honestidad y no venderse. Entonces, esto afecta el animo, la motivación y la imaginación y si eso es lo que un artista debe enfrentar, es mejor apartarse y silenciarse porque esto es un absurdo, es como tratar de morderse la cola.
ALM: ¿Cuál es la situación actual del artista consciente, del artista que rompe con lo agotado y trabaja comprometido con lo que sería una búsqueda de la reflexión?
TC: El arte es una entidad autosuficiente. El arte se conforma consigo mismo, no depende de nada más. La obra de arte surge de la comunicación con la realidad, no de un ejercicio intelectual vacío. En el caso mío es super patente porque una chancleta, un aro de bicicleta, es como la huella digital de una situación social que es innegable. Si el artista quiere ser auténtico con su trabajo y consigo mismo tiene que seguir por el camino que se ha trazado, por el camino que su investigación lo ha llevado.
ALM: ¿Cómo ves la situación del artista dominicano contemporáneo, después de casi dos décadas de lo que podría ser una práctica artística de ruptura sostenida?
TC: El artista dominicano de ruptura, para definirlo de alguna manera, entre quienes hay que citar gente importantisima de los 80 como Johnny Bonnelly, Belkis Ramírez, Jorge Pineda, Pascal Meccariello, otros importantes de los 90 como Marcos Lora Read, Raquel Paiewonsky y los que ahora se atreven con sus nuevas propuestas, tiene cantidad de cosas en su contra. Las ha tenido a todo lo largo de la historia y, a pesar de eso, ha tenido que hacer su trabajo. Este artista tiene ahora la única y nueva posibilidad de que vengan desde afuera a rescatarlo, en el sentido de que pueda ser invitado a exponer y confrontar su trabajo en contextos más exigentes. En mi caso individual es la única posibilidad que hasta ahora me ha salvado. Yo no sé si esta es la única o si es para eso que he trabajado, pero yo sí se que cuando viene una persona capaz, del extranjero, evalúa el arte dominicano y me escoge entre dos, tres, cuatro o cinco artistas del país, yo siento que de algo ha valido el sacrificio y que no hemos estado tan perdidos.