Tony Pérez – Rogelio hombre

Tony Pérez – Rogelio hombre

El padre Rogelio Cruz ha recibido un ultimátum para su destierro del suburbio Cristo Rey de la Capital. Deberá salir de la parroquia por no menos de tres años, igual a toda la vida. Se lo ordenaron sus superiores de la Iglesia Católica.

El ha confirmado a los periodistas que desde el Gobierno no han faltado las gestiones para excomulgarle debido a su actitud contestataria y a su lucha por organizar y activar a la gente del barrio en contra del empobrecimiento y la indiferencia oficial. Sobre todo por realizar la marcha de los calderos vacíos y la antorcha panamericana del hambre.

Si la Iglesia no rompe el silencio con una versión diferente, el sacerdote sería otra víctima de la intolerancia del poder irracional y desmemoriado que sepulta de cualquier manera a quienes disienten sin importar siquiera solidaridades recientes.

Durante el gobierno presidido por Leonel Fernández (1996-2000) este cura era para la oposición política que ahora está en Palacio una especie de Dios-héroe. Ahora es un diablo-villano.

Antes se merecía un monumento del tamaño del cielo porque él solo, con verbo desenfadado y encendido, bastaba para minar la popularidad de las autoridades de entonces, no solo en Cristo Rey sino en cualquier rincón del país donde estuviera un depauperado.

Ahora se merece horca, descrédito y maltrato.

Cuando comenzaba el actual gobierno, hasta el Presidente Mejía le visitaba, le agradecía, le celebraba el compartir atipicidades y le prometía soluciones comunitarias en medio de la muchedumbre que solo él puede juntar en el barrio

Tres años después es un desquiciado, un come-niñas, un vivo que se aprovecha de los pobres. Y mil calificativos más.

La represión le ha caído encima. Como una plaga. Y sus detractores y represores son los delirantes que ayer le aplaudían todo. Hasta su cara, su pajón y tartamudeo característicos, ahora ¡qué pena! considerados como cosas de loco.

Pero no se sienta mal, Rogelio hombre, si por buen rumbo cree que va. Porque su vía crucis es compartido por quienes aún creen en el trabajo, la solidaridad, la honestidad, la rebeldía contra la explotación de la mayoría para enriquecer más y más a unos cuantos indolentes.

Es el pago por sobrevivir en este circo donde una simple deuda lleva a cualquiera a un bureau de crédito que lo ficha como delincuente, mientras otros que dilapidan miles de millones de pesos y dólares ajenos o quiebran instituciones del Estado, son serios, hijos de familias honorables a las que hay que rendir pleitesía.

Veo que en Cristo Rey hay una semilla sembrada que debe germinar y la plantita cuidada celosamente por un líder comunitario o religioso. Y ese líder es Rogelio, hombre y sacerdote, con defectos y con virtudes, orate o cuerdo. Porque fue él quien se atrevió a trabajar como una abeja por el barrio cuando pocos miraban hacia el abandono del norte de la ciudad.

La Iglesia no debe ceder al chantaje si quiere que sus discursos morales de las pastorales mantengan validez frente al pueblo. Menos el barrio. Menos el país. Menos el PRD y el Gobierno, que por simple inteligencia su gente sensata debió iniciar una jornada de protesta en rechazo al traslado.

Porque si todos los gobiernos hubiesen contado en cada barrio del país con un activista como ese hombre, como ese cura, hoy habría menos drogas, menos prostitución, menos violencia, menos corrupción, menos desorden institucional, más integración, más solidaridad. Menos problemas para quienes cobran dinero de los contribuyentes e incumplen con sus deberes. Sin ser Mesías.

Pero no entienden. El poder obnubila. Creen que es eterno.

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