Topofilia es el apego al territorio concreto donde se vive. Topofobia su antónimo, el modo de vida indiferente al lugar donde se reside.
La catedrática costarricense del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas, Isabel Avendaño, demuestra que la territorialidad tiene como ejes, el sentimiento de pertenencia y las identificaciones geográficas.
Por su parte, Robert Putnam (Harvard), Bernardo Kliksberg (UBA) y Alberto Abello Vives (Cartagena), vinculan la cultura y la economía a la identidad, cohesión y capital social que acumulan los territorios.
Previamente, el sociólogo francés Pierre Bourdieu expuso que, en la historia, los grupos sociales migran. Pero también, los seres humanos acumulan sentimientos de arraigo por territorios concretos. Vínculos territoriales que, en promedio, debieran ser superior a 15 años. Así también lo concluyen los estudios de gobernabilidad realizados por Santiago.
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Se sabe que en Santiago y el Cibao, cientos de miles de familias son dueñas de miles de fincas que de acuerdo a la ley 314-72, son menores de 0.9 Km cuadrados. Territorios que acumulan el mejor tipo de agrología de la isla.
Pocos autores asocian las identidades precedentes a la propiedad y extensión de la tierra. Guillermo Moreno y Aura Fernández, en “Orígenes del Latifundio y el Minifundio”, lo hacen. Asimismo, el economista Agustín González y quien suscribe, en los estudios de insumos técnicos del primer Plan Estratégico de Santiago 2002-2010.
Todos los análisis de gobernabilidad evidencian que ésta deriva precisamente, de ese sentido de identidad y pertenencia generado por la forma de poseer, cultivar y hacer producir la tierra. Quien cultiva tabaco, café y cacao conoce los detalles de la tierra donde trabaja. Su olor, color, acceso al agua y consistencia.
En tal virtud, más allá de la ley, los modos de vida son determinantes para entender las potencialidades y desafíos de los diversos municipios para la planificación estratégica territorial.
La cultura como modo de Ser, Estar y Hacer de los grupos humanos que viven en un territorio, es decisiva para promover el desarrollo, en gobernabilidad y gobernanza.
Por eso no ha sido casual que Santiago se dedique a estudiar la cultura, como “la savia de su desarrollo”. Para Centro León, CDES y más de 250 grupos culturales la “cultura para el desarrollo”, armoniza el continente histórico-vivencial que se expresa en el Ser, el Estar y el Hacer de los seres humanos que se concreta en diversos modos de vida, y lo vincula con la categoría desarrollo, es decir con la acumulación de capacidades y funcionalidades necesarias para habitar un territorio en calidad de vida.