El Administrador General del Banco de Reservas, licenciado Daniel Toribio, expresó su regocijo y el de la institución que dirige por la puesta en circulación del primer tomo de una de las colecciones más importantes de las publicadas en el país, como es Pensamiento Dominicano. Se trata de una reedición, en seis o siete volúmenes, de los 54 tomos publicados por el editor don Julio Postigo entre 1949 y 1980. El Banreservas acometió esta tarea en alianza con la Sociedad Dominicana de Bibliófilos.
A continuación el texto íntegro del emotivo discurso pronunciado por el licenciado Toribio en la ocasión:
Señoras y Señores:
En el día de hoy, el periódico Clave Digital publica unos interesantes cuadros sobre la Banca Dominicana, elaborados por la empresa BetaMetrix.
En esos cuadros se resalta que Banreservas sigue siendo, igual que el año pasado, el Banco más grande de la República Dominicana, y lo que es más importante para nosotros, que es la entidad financiera, que al igual que el año pasado, menos gasta con respecto a sus ingresos, y menos gasta respecto a sus activos promedios, es decir la entidad bancaria mas eficiente del mercado.
Eso, para una empresa, cuyo único accionista es el Gobierno (no quiero decir pública), es un gran logro, como lo es también el hecho de que en los últimos 43 meses los beneficios del Banco se acerquen a los 10 mil millones de pesos. Esos resultados nos llenan de alegría y satisfacción, y es para celebrarlos.
Pero no nos sentimos orgullosos de eso, el orgullo lo dejamos para estos actos. En estos actos sí. En estos actos en el Banco de Reservas nos ponemos altivos, soberbios, presumidos, engreídos, arrogantes, endiosados, petulantes, fanfarrones e inmodestos, porque se trata de actos en que resaltamos nuestros sentimientos nacionales, resaltamos nuestra dominicanidad.
Cuando homenajeamos a Félix del Rosario, Lope Balaguer, Francis Santana, Cuco Valoy o Luis Kalaff nos sentimos orgullosos de compartir su nacionalidad.
Cuando hemos ayudados a rescatar los libros de Gustavo Adolfo Mejía Ricart, de Don Héctor Inchaustegui Cabral, de Manuel de Jesús De Peña y Reynoso, de Flérida de Nolasco y de Sumner Welles se nos resalta el Ego freudiano.
Cuando publicamos libros como los de Valentina Peguero, Monseñor Arnaiz, Doña Carmen Quidiello y Dr. Fernando Pérez Memén, nos sentimos vanidosos, hinchados y fatuos, nos sentimos orgullosos de ser dominicanos.
Y hoy es un día de fiesta, de alegría, de satisfacción, es un día de orgullo en el banco.
Y es que muchos de nosotros pensamos que cualquier cosa que hayamos hecho en términos de los resultados financieros de la institución se ve empequeñecida por actos como éste.
Iniciar la publicación en 7 u 8 tomos de los 54 libros de la Colección Pensamiento Dominicano que editara Don Julio Postigo, es un gran acontecimiento. Porque esta compilación constituye un legado editorial nacido del tesón y la entrega de un hombre bueno y laborioso, Don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de Quijote, se dedicó plenamente durante 70 años a la promoción de la lectura y a la difusión del libro dominicano.
En la Colección Pensamiento Dominicano encontramos entre otros a Don Juan Bosch, a Manuel Rueda, al Dr. Balaguer, a Emilio Rodríguez Demorizi, a Max Henríquez Ureña y a Salomé Ureña de Henríquez, así como a Don Héctor Inchaustegui Cabral y Manuel Arturo Peña Batlle.
Como ustedes saben, la Colección Pensamiento Dominicano versa sobre temas variados, incluye obras que abarcan desde la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, e incluye cuentos, novelas, crítica de arte, biografías y evocaciones.
En este primer volumen que ponemos en circulación, tan importante y placentero es leer las poesías y la obras de teatro que incluimos, como la introducción hecha por Jeannette Miller, el epílogo de Jorge Tena Reyes y los prólogos de cada uno de las obras elaborados por Flérida de Nolasco, Freddy Gatón Arce, Joaquín Balaguer, Pedro Henríquez Ureña, Pedro René Contín Aybar y Juan Gómez Chamorro.
En esta propuesta editorial, lo más importante, para decirlo en las palabras de Jeannette Miller, fue que se tomó en cuenta lo nacional, que todavía para la época no había arraigado completamente en el espíritu del escritor criollo.
Y es por eso que Doña Flérida de Nolasco, prologando a Domingo Moreno Jiménez nos dice: No se ausenta de la realidad objetiva, lo anima una doble visión, y disfruta a un tiempo de su realidad sujetiva y del mundo exterior que lo circunda.
Domingo Moreno Jiménez le canta al mar de Montecristi y a los lirios tumbados, a Villa González y a Puerto Plata, a la mujercita del Yaque de 16 años, y a San Francisco de Macorís, a la muchacha de Gurabo, y a la mujer ilustre de Santiago, así como a la aspiración y a la melancolía.
Así sucede con Franklin Mieses Burgos, que con sus diferencias en el tratamiento poético, también recoge lo nacional, lo dominicano.
Como diría Freddy Gatón Arce en el prólogo de la obra de Mieses Burgos, éste no es un desarraigado, no se exilia para escribir, no obstante su fuerte imaginación e incontrastable fantasía. Simplemente subyuga y exhibe su ámbito por estas dos virtudes poéticas suyas. Vemos también que de este otro modo se revela su dominicanidad.
Ahora, señoras y señores, al hablar de lo dominicano en la poesía, no debe quedar atrás, como no lo está, Juan Antonio Alix, dominicano por los cuatro costados, en la forma y en el fondo de decir las cosas.
Bien prologado por el Dr. Balaguer, aunque debo decir que no es de mi agrado, el que se considere algunas de las décimas de Juan Antonio Alix dentro de las composiciones pornográficas universales. No por la universalidad, sino por lo pornográfico. Pero esa discusión es harina de otro costal.
Ahora bien. ¿Qué puede ser más dominicano que Tocinos y Longanizas, El Follón de Yamasá , Eso e Paja pá la gaiza; o La Jambre, El arranque o mañana te pagaré, o Entre Lucas y Juan Mejía?
Estas Décimas de Alix, son tan dominicanas como el moro, la habichuela con dulce, el sancocho y un buen mangú.
Como se puede apreciar, la dominicanidad es una constante en este primer volumen; lo podemos comprobar también en los poemas de Salomé, como cuando Escribe los poemas: A los dominicanos o cuando escribe Ruinas; o al 27 de febrero o como cuando canta la esperanza del pueblo dominicano en : A la patria, diciendo:
Mas hoy, que ya parece renaces a otra vida,
Con santo regocijo descuelgo mi laúd,
Para decirle al mundo, si te juzgó vencida,
Que, fénix resucitas con nueva juventud.
La recopilación de poesías que realiza Pedro René Contín, tiene también sentido dominicano. Lo dominicano adquiere en todos los poetas antologados una gran vigencia.
Tal como nos señala el mismo Contín, palabras como libertad, independencia, geografía, frontera, patria y por ende, hogar, familia, esposa, madre, novia, así como también paz, progreso, río, pueblo, están plenas de valor. Cada palabra es un ser vivo en la poesía dominicana.
Tan dominicana como estos poetas y estas poesías, es la obra de teatro de Manuel Rueda llamada La Trinitaria blanca, planta trepadora que se ve en todo el país y que se conoce en otros países como buganvilia o buganvilla, y que es el ley motiv, como el color blanco, para tratar el tema de la soltería, motivada por prejuicios familiares y sociales, muy característicos de la sociedad dominicana de la época.
Como se ve y espero haberlo demostrado, tenemos múltiples razones para que en el Banco de Reservas, hoy nos sintamos orgullosos de ser compromisarios solidarios de la Sociedad de Bibliófilos, para poner en circulación una parte importante de las obras de quienes han ayudado a formar nuestra dominicanidad.
Muchas Gracias.