Santiago – Son al menos 50 familias que han estado traumatizadas durante décadas por el riesgo que corren sus vidas por la crecida del arroyo Gurabito. Cada vez que llueve en esta ciudad son las primeras en abandonar el área.
Los daños que pudiera causarle la tormenta Isaías han traído nuevamente a los pensamientos de quienes habitan viviendas a la orilla del arroyo, aquellos recuerdos desgarradores como consecuencia de las inundaciones.
El afluente de aguas residuales divide a las familias de La Javilla, conocido popularmente como Hoyo de Puchula. Es una zona vulnerable, donde además la gente de condiciones económicas muy paupérrima convive en medio del hedor y todo tipo de malezas.
Además, en medio de esta amenaza del fenómeno natural, también existe la incertidumbre de los refugios adonde serían trasladados en caso de una emergencia.
La Defensa Civil no ha visitado la zona, como ha hecho en otras ocasiones. Otro problema inminente es el riesgo que tienen de ser contagiados con el COVID-19, mientras permanecen refugiados en casas de parientes o de particulares.
“Aquí he vivido toda la vida y me asusto cada vez que anuncian una tormenta, porque todas las casas de esta zona se inundan. Nosotros subimos los ajuares lo más que podamos para que no se dañen y luego nos vamos”, narró María Lucila de la Cruz, una dirigente comunitaria del lugar.
Dijo que gracias a que ganaron una obra en el Presupuesto Participativo del Ayuntamiento local, han logrado que las autoridades municipales realicen algunos trabajos de limpieza y construcción de gaviones, lo que ha evitado que se produzcan inundaciones por el momento.
Marisol Luna y su hija Katherine también expresaron preocuparon por las consecuencias que podría generarle los aguaceros de la tormenta Isaías. Afirman que han sido víctimas de la crecida del arroyo, ya que su vivienda se ahoga, se dañan sus ajuares, mientras vidas peligran.
Dijeron que estarían dispuestas a abandonar el lugar de inmediato si el Gobierno las reubica en una zona más segura. “Ya yo tengo el corazón en la boca”, expresó Marisol, visiblemente nerviosa.
“Tenemos miedo, porque realmente no se sabe lo que pueda pasar si esta tormenta trae mucha agua”, expresó Ramón Toribio, otro de los residentes a orilla del arroyo Gurabito, en el Hoyo de Puchula, mientras observaba desde un puente las posibilidades de que las viviendas de su barriada sean anegadas nuevamente.
Solución definitiva. Durante la gestión del alcalde Gilberto Serulle (2010-2016), decenas de familias que residían en zonas vulnerables de Santiago como Vuelta Larga y el Hoyo de Julia, fueron rescatadas por el cabildo.
Al principio les alquilaron casas particulares y luego les construyeron edificios de apartamentos donde hoy habitan, tras ser víctimas por décadas de las inundaciones.