Tormenta Noel: ¿Por qué pasan estas cosas?

Tormenta Noel: ¿Por qué pasan estas cosas?

MARLENE LLUBERES
¿Por qué las personas de escasos recursos son siempre las más afectadas? Son algunos de los cuestionamientos que muchas personas se han formulado, después de haber presenciado cómo las vidas que fueron arrastradas por la corriente de  los ríos, con el paso de la tormenta Noel, sin que nada pudiese hacerse para auxiliarlos.

Padres perdieron sus hijos. Muchos quedaron en la más completa orfandad; familias enteras fueron desintegradas.

En otros casos, quizás menos dolorosos, las casas quedaron totalmente destruidas perdiendo los pocos bienes adquiridos, con el  arduo trabajo de años, lo que los llevó a una miseria más  profunda. Hoy, la desolación ha tocado un sin número de hogares dominicanos y la esperanza les ha sido cortada.  No tienen la más remota idea de  cómo recuperarán sus bienes y, mucho menos, de la forma en que podrá ser sanado el profundo dolor que existe en sus corazones y que les recuerda, constantemente, la gran ruina que, en un instante, llegó a sus vidas.

En estos momentos la descomposición perturba las calles de las zonas afectadas y se corre el riesgo, además,  de que en ellas surjan nuevas enfermedades y epidemias.

Ante esta situación de absoluta tristeza, muchas personas e instituciones se han movido a compasión, aportando significativamente diferentes productos para tratar de suplir, de alguna forma, tan grandes necesidades. Estas donaciones, son recibidas, por quienes allí habitan, con gran ansiedad y desesperación. Esperan cualquier ayuda, que les permita aliviar la condición, de total pobreza, que irremediablemente atraviesan.

Frente  a esta difícil realidad, cuyas consecuencias son irreparables y marcan por siempre a quienes la  viven,  se originan, en el interior de cada uno de ellos y en el de aquellos que, con gran consternación, hemos dado seguimiento a estos acontecimientos, pensamientos que nos llevan a analizar este tipo de tragedias tratando de obtener una explicación que nos satisfaga y aporte un razonamiento lógico del por qué la ocurrencia de estos hechos.

Al buscar respuestas, nos es necesario acudir a quien las conoce, y, siendo Dios el Creador de  los cielos y la tierra, el único con poder para ordenarle a los vientos deténganse y ellos le obedecen, el  que permite  la  calamidad y la adversidad, es incuestionable que, sólo Él, nos las proporcionará.

Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra Dios vio que era mucha su maldad y que toda la intención de los pensamientos  era sólo hacer el mal y sintió tristeza en su corazón. Decidió entonces borrar de la tierra, que estaba llena de violencia, al hombre que había creado.

De la misma forma, en las ciudades de  Sodoma y Gomorra,  se habían perdido todos los valores y la moral ya no se practicaba: homosexualidad, fornicación, lujuria, lascivia, alcoholismo, prostitución, adulterio, eran sus principales ocupaciones. La indiferencia a Dios y a Su Palabra, sus principales características.

Dios no resistió, por más tiempo, esta conducta corrupta y decidió destruirlas.

Los habitantes de República Dominicana, al igual que el mundo, en sus inicios, y que  estas antiguas ciudades, se han ido tras los deseos de sus corazones.  Los pecados de la sexualidad, las mentiras e  hipocresías,  los engaños de toda índole, la violencia y la corrupción,  son el caminar de la nación. El  pueblo comete necedades, actúa torpemente,  no es inteligente. Es astuto para hacer el mal, pero hacer el bien no sabe. Ha abandonado a Dios  y no ha  guardado Su ley.

La vanidad y las cosas que no aprovechan son las que ocupan el interés principal de la mayoría de las personas. Por habernos olvidado de Dios, Él permite que lleguen a nuestras vidas situaciones que nos hagan reaccionar y entender que hemos tomado el camino incorrecto y es necesario que nos demos la vuelta y volvamos al Creador.

Ciertamente la misericordia de Dios es nueva cada mañana, pero su justicia llega a manifestarse tarde o temprano.

Los ojos de Dios están puestos sobre nuestros caminos, nuestros pasos errados no les son ocultos. Odiamos la luz y de ella nos alejamos, para que nuestras acciones no sean expuestas.

Seguimos hacia delante con nuestra dureza e indiferencia pensando que nunca llegará un final.

Sin embargo, de repente, si no cambiamos de actitud, se levantará la desgracia y vendrá la destrucción.

Cuando pensamos que existe paz y seguridad, entonces, sin aviso alguno, vendrá el tiempo de la calamidad.

Todavía tenemos oportunidad. Reflexionemos de manera individual sobre nuestra conducta, entreguémosle a Dios, con sincero arrepentimiento, todas nuestras malas acciones y Él será fiel y justo en perdonarnos. Lavemos la maldad de nuestro corazón para que seamos salvos y detengamos el juicio de Dios. ¿Hasta cuándo morarán dentro de nosotros pensamientos perversos?

No nos preguntemos más:  ¿Por qué el Señor ha pronunciado todo este mal contra nosotros?

Miremos el ejemplo de las ciudades de Sodoma y Gomorra que fueron reducidas a cenizas y no amontonemos mayores males en nuestra contra.

Abandonemos lo que nos aleja de Dios, confiados en que Él tendrá compasión. Busquemos al Dios nuestro, mientras puede ser hallado, seguros de que será amplio en perdonarnos.

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