¿Tormenta?

¿Tormenta?

Cuando en el Atlántico se forma un mal tiempo los pronósticos dan seguimiento para determinar si va a evolucionar a tormenta, cuan intensa se puede ir convirtiendo y su derrotero. Variables inesperadas pueden producir cambios importantes, para bien o para mal. Los países que eventualmente pueden ser afectados no pueden dejarse a la buena voluntad de Dios y desde el primer momento deben tomar acciones preventivas. Todo indica en la economía mundial, desde hace ya varias semanas, – lo he señalado en artículos anteriores – que se está en el momento de que todos tomen precauciones. Hay indicios claros de que algunas cosas no están funcionando bien. La

Directora del FMI ha advertido “la dura y nueva realidad” por masivas fugas de capitales registrándose en mercados emergentes que el pasado año alcanzaron los 531 mil millones. Panorama crítico en escenario caracterizado por bajo crecimiento, movimientos de capitales inversos y advertencias de corto plazo pesimistas. La aspirante a la reelección en el FMI – pese a acusaciones de corrupción en Francia – recomienda que los desarrollados apoyen “el crecimiento con una política monetaria expansiva y gasto en infraestructura”, exactamente lo contrario a la cuestionada austeridad que la Merkel está exigiendo, mientras a los emergentes el FMI les pide que impulsen sus ingresos no provenientes de las materias primas – como si dependiese solo de su voluntad – y flexibilicen el tipo de cambio.

El ambiente no puede ser más complejo con una Europa que no acaba de despegar, la economía estadounidense en peligro de nueva recesión y economías emergentes contrayéndose o disminuyendo sus tasas de crecimiento – la llamada ralentización -, con la amenaza terrorista planeando en el cielo.

Del 2007 al 2014 el endeudamiento público, privado e individual creció en más de 57 billones – millones de millones -. Tomando como referencia la esencial relación deuda-PIB los peores casos son los de Japón, Irlanda, Singapur, Portugal y Bélgica – obsérvese que tres pertenecen a la Unión Europea -. Esta tendencia está reflejando un problema ya estructural de la economía mundial. Los casos más críticos son los de la deuda japonesa equivalente al 400% de su producción anual y en Irlanda la correspondencia deuda-PIB es del 390%. Los demás no están muy lejos. Grecia tiene seis países por delante con situaciones más graves. En Asia, región “modelo”, los que más han aumentado su deuda son Malasia, China y Tailandia. Los llamados en desarrollo representan la mitad del endeudamiento pero con mucha más población que los desarrollados. Los únicos que se desendeudaron en el periodo fueron Israel, Arabia Saudita, Argentina (de Kitschner), Egipto y Rumania.

En América Latina la deuda privada se triplicó, pasando de 218 en el 2000 a 611 mil millones en el 2013, alcanzando a la pública. Una diferencia crítica de la privada sobre la pública es la transparencia, ya que esta se registra en el presupuesto. La experiencia muestra que en momentos de crisis al Estado lo convierten en garante de última instancia y le piden rescate. Cuidado con los vientos huracanados.

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