Trabajadores: salarios dignos + educación = competitividad empresarial

Trabajadores: salarios dignos + educación = competitividad empresarial

El primero de mayo, Día Internacional del Trabajador, encontró a ese sector sumergido en la más espantosa miseria y marginalidad, luchando por la sobrevivencia y defensa de mejores conquistas laborales y una mejor seguridad social.

La República Dominicana está entre los ocho países de América Latina con el nivel de salario mínimo más bajo, solo superado por Cuba, Bolivia, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y Perú. El promedio de la región es de US$259 y en el país está en US$254, según el último aumento salarial aplicado el año pasado, utilizando una tasa de cambio de RD$39 por dólar, hoy está por encima de RD$41.

Vemos cómo cada año nuestra clase trabajadora mantiene la misma demanda de salarios y empleos más dignos. Sin embargo, las ofertas del sector empresarial son siempre pírricas e inhumanas, generadoras de mayores niveles de pobreza y baja productividad.

 Decía Michael Porter, en sus analisis sobre competitividad, que las organizaciones empresariales como también las naciones que no cuentan con recursos humanos justamente remunerados, educados y bien calificados, no podrán ser competitivas ni mantener procesos que de manera sostenida mejoren el bienestar material de sus ciudadanos; al contrario, fomentan el empobrecimiento, el desempleo y la incompetitividad nacional, llevándola a sostenerse con financiamiento externo y reformas impositivas.

Es lamentable que nuestra clase patronal en pleno siglo XXI, no valore los recursos humanos ni se preocupe por fortalecer su conocimiento y mejorar la calidad de vida, sino en considerar que el salario del trabajador es un “costo a controlar y no un activo a desarrollar”, olvidando que la competitividad de las empresas como de un país depende de la calidad de vida de sus trabajadores y de sus conocimientos.

No se puede lograr competitividad empresarial cuando se tiene una masa laboral sometida a la perpetuidad del bajo precio de la mano de obra, en limitadas políticas de capacitación y entrenamientos continuos, de horarios inflexibles, de prohibición a la libertad sindical y débil protección en seguridad social.

Recordemos que competitividad es la capacidad que tiene una organización o una nación para construir su desarrollo humano e incrementar la participación en el mercado frente a sus iguales. No obstante, esa competitividad solo se logra a través de la calidad de vida de sus principales activos que son los recursos humanos, entiéndase: médicos, maestros, agrónomos, bioanalistas, enfermeras, administradores, contadores, técnicos, pensionados, guardias, policías y mano de obra en sentido general.

Debemos hacer conciencia de que la productividad laboral es la base para la competitividad empresarial y de la nación, y que para ello hay que invertir en el trabajador. Entendemos que para lograr ventajas comparativas y mayores ganancias, se deben disminuir costos y gastos, pero sin llegar al extremo de desmejorar la calidad de vida del trabajador, porque entonces, una baja competitividad estaría asociada a desmotivación del ser humano, como consecuencia de la presencia de factores desmotivadores que caracterizan a muchas empresas.

Independientemente de que existen otros elementos que inciden en la competitividad como son los costos de energía eléctrica y los pasivos laborales establecidos por ley, estos no deben limitar a reconocer que la inflación anual en nuestro país es creciente, no siendo así en los salarios.

Debemos como país propiciar una competición en base a productividad del trabajador sin ser reprimido y explotado, no querer ser competitivo apoyado en la pobreza, necesidad social, escasez de fuentes de empleos y en debilitar conquistas laborales. Pues cuando es así, la competitividad es espuria.

Si tomamos como referencia el costo actual de la canasta familiar, podemos observar con claridad que está muy por encima de los salarios mínimos que devengan la clase trabajadora y diversos sectores profesionales antes mencionados. Por consiguiente, consideramos que debe haber un reajuste salarial por categoría profesional, desempeño y posición ejecutiva. Y que el salario mínimo para la primera escala sea RD$25,000, segunda escala RD$15,000 y tercera escala RD$10,000 y para el campo en jornada de diez horas RD$600.00.

Consideramos que para tener una nación verdaderamente competitiva y un proceso de desarrollo sostenible se debe crear políticas y estrategias que incrementen la productividad del trabajador, en base al conocimiento y mejoras en las infraestructuras, servicios de salud y calidad de vida. Contar con una población laboral con ingresos que les permitan cubrir mínimamente sus necesidades para que haya más paz social, disminución de la violencia intrafamiliar y actos delictivos. Confiamos en nuestros gobernantes, empresarios y demás sectores involucrados para que haya una mejor vida nacional.

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