Trabajar a fondo por la seguridad

Trabajar a fondo por la seguridad

En el 2016, Gobierno y sociedad civil deben emplearse a fondo para reducir a expresiones menos mortificantes los factores que durante 2015 han mermado de manera muy notable la seguridad ciudadana. Y al plantear este tema partimos de la más abarcadora de las acepciones del término inseguridad, en el entendido de que en su significado cabe todo lo que amenaza o daña la integridad física y la paz emocional de las personas, en una sociedad organizada.

El 2015 se ha caracterizado por su alta carga de inseguridad para los ciudadanos. Por causa del crimen organizado y la delincuencia común, que han hecho del homicidio su instrumento predilecto, se han llenado de cifras luctuosas las estadísticas. Y hay que resaltar el sicariato como una de sus modalidades más despreciables. Las rencillas y los crímenes de género entraron por la puerta grande en el escenario de violencia que hemos vivido, con secuelas muy dolorosas para familia y sociedad.

Y debemos ver nuestra altísima tasa de muertos por accidentes de tránsito como factor que encaja entre las causas de inseguridad. El caos en el tránsito, la falta de consecuencias por las violaciones a la Ley 241 y la temeridad de los conductores exponen a riesgos muy serios la seguridad de los ciudadanos. Sin más vacilaciones, debemos tomar el 2016 para iniciar una seria gestión para restaurar la seguridad ciudadana.

La naturaleza pasará factura

Las naciones altamente industrializadas asumen cualquier compromiso para moderar el cambio climático, menos reducir sus emisiones de gases contaminantes de la atmósfera. Algunos países pequeños y no tan industrializados, como el nuestro, copian esa tendencia al invertir, por ejemplo, en plantas a carbón, altamente contaminantes. Nueva York ha vivido este año su época navideña más calurosa y en una parte de China la contaminación de la atmósfera es una seria amenaza para la salud y la vida.

La ambición de producir riqueza y el interés de ahorrar dinero a costa de la vida, nos conducirá a situaciones difíciles de describir, pero indudablemente peligrosas para el planeta. De seguir esta conducta, la naturaleza pasará factura. El calor en Nueva York y la contaminación en China son solo ensayos.

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