Trabajar en equipo y apoyarse de manera mutua para lograr buenos resultados en cada una de sus misiones, es la base del éxito de la Unidad Humanitaria de Rescate (UHR), del Ejército de República Dominicana, en la que un grupo de jóvenes muestra su capacidad de entrega.
Bajo el lema prevenir, mitigar y responder este grupo interviene en zonas vulnerables ante catástrofes naturales, incendios forestales, búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, manejo de materiales peligrosos y salvamento acuático.
La UHR la forman 150 militares y fue creada en 2006 con el fin de sofocar incendios en la cordillera Central en apoyo al Ministerio de Medio Ambiente.
Sin embargo, hoy día asisten a otras instituciones del Estado y han ayudado a otras naciones, gracias a que están certificados por la Organización de Naciones Unidas y afiliados a la Conferencia de las Fuerzas Armadas Centroamericanas.
Entrevistados para la Esquina Joven, el grupo relató sus vivencias en algunas de sus tantas misiones como los incendios forestales en la cordillera Central y los devastadores terremotos de Haití y de Ecuador.
El comandante de la UHR, coronel Rubén Antonio Frontal señala que en todo momento están expuestos, y contó que en 2014 intervinieron en el incendio forestal de Constanza, donde fueron acorralados por el fuego.
Dijo que en todo momento mantuvieron la unidad como una técnica de supervivencia, pero un rescatista nervioso, resbaló, se cayó y sufrió quemaduras en manos y piernas.
Manifestó que gracias a Dios no han tenido perdidas de vida y lo atribuye a que la seguridad de los rescatistas es primordial.
Narra que la de Ecuador, donde estuvieron por once días, fue una experiencia que los impactó mucho porque la ciudad estaba destruida por completo.
“Cuando estuvimos allá encontramos dos familias dominicanas de cuatro integrantes cada una, pero lamentablemente también encontramos un dominicano que murió, pero todos los otros regresaron al país con nosotros”, expresó.
Narró que la noche en la que sacaron a esas familias las mandaron a un hotel y esa misma noche otra replica hizo colapsar sus casas.
Temor. De su lado, el sargento Roberto Rojas, de 37 años, sostiene que en cada rescate o evento en el que participan hay un poco de miedo, “si no hay miedo no hay actividad, cuando estuvimos en Ecuador estábamos en un edificio taladrando y pasaron dos replicas muy fuertes y sentimos miedo”.
Cuenta que el edificio era de seis pisos, tres estaban enterrados, removían escombros y construían un túnel cuando ocurrieron las replicas de 6.0, y tuvieron que salir por seguridad.
Entrega. “Yo no había vivido una experiencia como esa, había participado en inundaciones, pero ver una población completamente destrozada fue muy fuerte, estábamos dando todo por el todo, las personas que sobrevivieron nos saludaban y nos preguntaban de dónde éramos, no quisiera volver a ver algo como eso, fue una situación difícil para esas personas”, expresó el cabo Jesús María Soto Payano, de 35 años.
Trabajo en equipo. De acuerdo con la segundo teniente Marlyn Suárez, de 24 años, en la UHR todos se llevan muy bien porque para hacer este tipo de trabajo siempre deben coordinar sus ideas y estar de acuerdo en todo para que la misión resulte. “En la Unidad Humanitaria de Rescate somos humanos, somos equipo”.
Dice que es muy doloroso ver a las personas perder sus hogares, “es algo muy conmovedor, el estado de ánimo de nosotros cambia, pero uno siempre motiva a esas personas y cuando ellos nos ven llegar con ayuda como raciones alimenticias o medicamentos les sube el ánimo”.
Personas violentas. El segundo teniente Edwin Barías cuenta que en algunas inundaciones, han tenido que lidiar con personas violentas que se resisten abandonar sus hogares por temor a perder los ajuares.
Narra que en San Cristóbal tuvieron que evacuar a personas residentes en zonas vulnerables.
“Ante esa situación con paciencia calcamos a esas personas y le hicimos entrar en razón, que sus vidas corrían peligro y debíamos llevarlos a un lugar seguro. Como profesionales que somos debemos hacerle entender a esas personas que no somos sus enemigos, sino al contrario que buscamos su bien y por eso no podemos tratarlos con la misma agresividad con la que nos reciben”, sostiene.
Paramédico. Uno de los miembros de la Unidad de Rescate es el sargento Freddy Fructuoso, de 33 años, quien aparte de trabajar en estructuras colapsadas, es paramédico e instructor de primeros auxilios.
“Gracias a Dios he encontrado pocas personas lesionadas de gravedad”, expresó Fructuoso, quien asistió en las tormenta Noel y Olga, y en incendios forestales.