Trabajar gratis resultó un negocio rentable

Trabajar gratis resultó un negocio rentable

POR ALEIDA PLASENCIA
La dueña de la clínica de estética Ransel, Vitalina Berigüete, en la adolescencia llegó a trabajar gratis en servicios de cuidado de la piel, e  incluso a domicilio  con productos comprados de su propio bolsillo.

 El   propósito era aprender el oficio y  hacer de la estética un  medio que le permitiera estudiar y ayudar económicamente a su familia pobre.

El  sacrificio  ha sido recompensado con creces, dice,  “pues logré  establecer un  negocio con el cual superé mi   propósito”. Hace 16 años Vitalina    creó  la  clínica Ransel, en la calle Rafael J. Castillo número 128, en Cristo Rey, en una habitación de la casa de su suegra.

De un  micro negocio, Vitalina ha construido  una pequeña empresa con cuyos beneficios crió  tres hijos y los hizo profesionales. Le ha permitido también ayudar económicamente a numerosos parientes y construir  la casa  donde vive.

 “Mi negocio  se ha   convertido en un  centro de estética que, por la extensa clientela, tenemos que  atender   por cita”, sostiene Vitalina. Su empresa ahora se encuentra situada en la plaza comercial Nora, ubicada en la intersección  de las avenidas Puerto Rico y Sabana Larga.

Ofrece una gama de más de 30 servicios diferentes. En el ámbito de tratamientos corporales, provee  terapia de fango y electroterapia pre y post operatoria. Este último abarca técnicas para la  reducción de medidas en áreas  específicas, y para corregir flacidez.

 También  tratamientos dirigidos a  reafirmar la piel,    combatir  celulitis y estrías. Igualmente, depilación con cera, hidratación corporal, masaje, y esoterapia, mesoterapia y peeling de cuerpo entero.

En lo relativo a procedimientos faciales, Ransel brinda servicios de peeling de ácido glicólico, limpieza profunda de cutis, masaje facial y tratamiento de colágeno en cara, cuello y párpados.  Igualmente,  peeling convencional, tratamiento para eliminar manchas y acné, así como maquillaje permanente.

Antecedentes

Vitalina Berigüete,   conocida por el apodo de Rafaela, nació en  Las Matas de Farfán, donde vivió hasta los 15 años. Proviene de una  familia de agricultores, quedó  huérfana de padre a los 8 años de edad. Se mudó a  la capital cuando tenía  15 años en busca de mejorar su situación económica y de la familia. Aquí   terminó la escuela primaria y realizó   la secundaria. Luego  se inscribió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo a  estudiar  enfermería, meses después, en   1975,  fue contratada como enfermera  en el  departamento de prueba de alergia del  Instituto de Dermatología.

El  nombramiento representó  para ella la  oportunidad de   involucrarse, aunque  de forma indirecta, con su   oficio predilecto, la estética. Cuenta que en su tiempo libre, los fines de semana, llenaba  un bolso  de cremas  y se iba de visita donde amigas  y parientes a proveerle limpieza facial de forma gratuita. A la vez inició un proceso de capacitación en estética. Tras concluir la carrera de enfermería, estudió  cosmiatría en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y  comenzó a cobrar por su servicios, refiere. 

Desde entonces la cartera de clientes de Vitalina se mantiene en crecimiento.

Triunfo

 Vitalina atribuye el éxito de su empresa, en gran medida, al apoyo  de su esposo, Rafael Vásquez, y la unidad familiar.

También a la capacitación e inclinación por mantenerse actualizada en su área. “En este oficio el que no se actualiza desaparece”, afirma. Por ello anual participa en congresos nacionales e internacionales en varias ocasiones, relacionados con su área.

El buen trato con la gente ha sido un factor elemental “en el triunfo de mi negocio”.

Sostiene que las buenas relaciones humanas atraen muchos clientes”.

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