Trabajar para medrar

Trabajar para medrar

DARÍO MELÉNDEZ
En honor a la política, los gobiernos tienen que afrontar multitudinarios reclamos de empleos superfluos, que deben pagar quienes trabajan y producen; el sistema está hecho para que la política se sustente en dádivas que el régimen esparce mediante el erario, la llamada economía política no es más que distribución del presupuesto gubernamental, cuyo creciente déficit, resultante de su improductividad, ha ido erosionando la soberanía, hipotecada a prestamistas internacionales.

Acostumbrados a esperar que el gobierno haga todo, ordene y resuelva, cargue con todas las necesidades como un dios, produzca energía eléctrica y comida para regalar; cuando se presenta una calamidad, además de esperar que el gobierno dé refugio y proteja, los protegidos se quedan en los locales ocupados a esperar que les repongan sus pérdidas; no aprecian ni entienden que la protección ha sido suficiente, exigen que les repongan los daños y les beneficien con dádivas, mientras los demagogos, estimulan la indigencia, promueven protestas e inducen a rebeliones.

Los economistas no han podido probar las teorías que sustentan, con tantas pérdidas acumuladas, los gobiernos no se sostienen y las naciones no pueden progresar arrastrando anclas sociales, los resultados en los países que han seguido planes económicos son más deudas públicas y más miseria en las poblaciones.

El impulso que ha recibido este país en los últimos años no ha sido obra de teorías económicas ni de gobierno alguno, se debe al arrojo empresarial de dominicanos que, soslayando falsas directrices ideológicas, se han lanzado a la aventura echando a un lado las restricciones impuestas por la economía política, que tanto se esgrime y aplica.

El actual régimen, abrumado por seguidores que se agolpan alrededor del presupuesto estatal en busca de empleos, porque el sistema no permite oportunidades fuera del gobierno, es lo que sustenta la endémica miseria; la camisa de fuerza que a través del gobierno impone el FMI, no permite que el país salga de la crisis; con préstamos improductivos no se hace riqueza, sólo el empresariado podrá liberar la Nación del estancamiento; un empresariado agresivo y dispuesto, resuelto a producir en libre competencia, sin procurar proteccionismos ni ventajas puede despojar al Gobierno de la carga social que le abruma, el enjundioso presupuesto nutrido con los escasos recursos que se logran producir, es sólo comida para políticos que nada aportan y sólo consumen. El dominicano auténtico ha de disponerse a invertir su capacidad de trabajo y su dinero en la creación de empleos productivos, absorber la pléyade de desempleados que andan en busca de sueldos en el gobierno, porque no encuentran otra forma de vivir.

Es comprensible que, ante la falta de oportunidades por la que atraviesa el país, consecuencia de los abrumadores impuestos y las cuantiosas deudas, la población busque el único medio de sustento que puede encontrar en los espléndidos gastos gubernamentales que, con insoportables cargas fiscales y  onerosos préstamos, sustentan el FMI y demás prestamistas, a costa del que logra producir algo, préstamos improductivos causantes de impagables deudas que han hipotecado la soberanía nacional, soberanía que no se recupera ya con guerras nacionalistas dirigidas por adalides de nobles causas, sino con producción de riqueza tangible, responsabilidad exclusiva del dominicano que no debe andar buscando proteccionismo ni ventajas fiscales, en una situación de crisis que nos tiene al borde del desastre.

Invertir para ganar dinero con que hacer frente a las necesidades, no para mantener vagos, aventureros políticos ni chantajistas demagogos.

El país no tiene energía eléctrica porque no produce con qué pagarla.

Quien desee hacer riqueza y progresar debe lanzarse a la actividad productiva.

La Nación está en manos de sus acreedores bajo la égida: «quien debe, paga o ruega».

Sólo existe un camino a seguir y no es precisamente el que traza el Fondo Monetario Internacional, que nada ha podido hacer en Argentina ni en el mundo, la única solución y prevención del desastre es dejar en plena libertad al dominicano, de toda condición social, para que invierta sin trabas y cree fuentes de trabajo que absorban a los «que se fajaron», para que «se fajen» a producir y se ganen lo que se les pague, que no acudan al gobierno en busca de empleos para no trabajar, ni nos andemos con ñoñerías de sirop de maíz, Código de Trabajo, Seguridad Social lucha contra la pobreza y otras sandeces, cuando lo que se impone es trabajo y sacrificio, ante una situación que no está para reclamos de vida similar a la que se disfruta en Europa, allá trabajan y se ganan lo que consumen; estamos inmersos en una furnia de pobreza, creada por la demagogia y las dádivas que promueve la economía política; sólo el deseo de salir adelante nos puede ayudar, como salieron adelante los alemanes en los años cuarenta, cuando la guerra arrasó su nación, trabajando más de doce horas y solo cobrando ocho.

Así se hace patria, lo demás es pamplinas.

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