Trabajo de profesionales

Trabajo de profesionales

Desmontar kilómetros de cables del tendido eléctrico o telefónico no es un juego de niños, no es tarea de ladronzuelos. Se necesita personal, equipos y, en el caso particular de la electricidad, manejar complicidades que, por lo menos, mantengan a los ejecutores de estas tareas,  al tanto de las horas de interrupción de la energía para poder operar con seguridad. Aquí hay quienes retiran con toda impunidad cables de alumbrado y transformadores de puentes y avenidas, logrando pasar desapercibidos. Hace poco fue repuesto el alumbrado en los puentes Juan Bosch y Duarte, que había sido hurtado.

Sin duda hace falta un trabajo de inteligencia para detectar a quienes cuentan con todo lo necesario para ejecutar estos “trabajos”. Hay que detectar también a quienes compran este botín, sea para fundir el cobre y el aluminio de que mayormente están hechos estos cables, o para venderlos como alambre usado. Lo que no puede seguir ocurriendo es que estos actos pasen sin ser notados. Cada corte de cables provoca pérdidas económicas a la industria y  el comercio, entre ellas las del sector eléctrico, así como molestias   a los hogares. No hay manera de concebir estas ocurrencias sin la mano diestra de quienes tienen el dinero y los equipos necesarios para realizar un trabajo de alto riesgo como el robo del tendido eléctrico. Hay que acabar con tanta impunidad.

Con cargo al producto final

La superpoblación estudiantil en los planteles públicos es un serio inconveniente. El   secretario de Educación, licenciado Melanio Paredes, lo define como el mayor desafío del Estado en materia de enseñanza. El número de estudiantes por aula es un factor influyente en el aprovechamiento de las horas de docencia, y más en un sistema como el nuestro,  que todavía no aprovecha en el aula  los últimos avances en tecnología audiovisual y cibernética.

Es un desafío que hemos debido afrontar desde hace muchos años con más decisión. La infraestructura escolar parece sujeta a los mismos patrones de muchos años atrás. A pesar de que la superpoblación por aula es contraindicada, poco se ha hecho para evitarla por medio de la distribución del espacio. No se puede garantizar un buen aprovechamiento de la docencia si hay en el aula estudiantes que desde sus asientos no pueden escuchar la voz del profesor.

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