POR GERMAN MARTE
Negocios semidesiertos, comerciantes preocupados por lo que les espera, choferes disgustados y vecinos incómodos por el cruce de guaguas «voladoras» y carros de concho son algunas de las consecuencias inmediatas del cierre de un tramo de la avenida Máximo Gómez y los obligados desvíos del tránsito por calles aledañas.
La inquietud de los afectados con el cierre de la Gómez entre la Tunti Cáceres y la Mauricio Báez para dar paso a la construcción de un tramo del Metro de Santo Domingo no amaina a pesar de que el ingeniero Leonel Carrasco, subdirector de la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (Opret), relativizó su impacto diciendo que se han tomado las medidas necesarias para que los traumas en el transporte sean mínimos.
Algunas personas consultadas observaron que aunque el pasado domingo el director de la Opret, Diandino Peña, advirtió que los munícipes debían prepararse para aportar sus «cuotas de sacrificio», hasta el momento nadie ha hablado de compensar a los comerciantes que sufrirán las consecuencias del cierre de la vía.
Las Opret dispuso que durante los tres meses que se estima tarden los trabajos en la avenida Máximo Gómez, se utilicen como vías alternas hacia el este las calles (Otilio) Vigil Díaz y la Osvaldo García de la Concha, por las cuales circularán los vehículos que transiten de sur a norte; en tanto que hacia el oeste de la Gómez se habilitaron las calles Juan José Duarte, antigua calle 27, y la 14 de Junio, antigua 29, ambas de una vía en sentido norte-sur.
Cálculos preliminares indican que por la Máximo Gómez transitan unos diez mil pasajeros en cada sentido durante las horas pico, por lo que el flujo vehicular es bastante alto, según explicó el ingeniero Carrasco.
Está previsto que los trabajos tarden unos tres meses, siempre que Dios esté de su lado y no llueva mucho.
Pero las explicaciones de los ingenieros no parecen conformar a los comerciantes que desde ayer comenzaron a notar una merma en la afluencia de clientes.
Sirena Pujols, de la tienda de celulares «Link up Comunicaciones», dijo que el suyo, igual que los demás negocios de la Plaza Enriquillo, está pasando por un mal momento, pues debido al cierre de la Gómez las ventas se han reducido a menos de la mitad.
La misma queja tienen otros 30 negocios de esta plaza situada entre la Peña Batlle y la Francisco Villaespesa. En igual situación se encuentran el resto de los negocios que están en la Máximo Gómez entre la Tunti Cáceres y la Mauricio Báez, excepto las fábricas de café y chocolate que cuentan con otras vías de acceso.
Para Pedro Ventura la preocupación es mayor, pues sus hijos menores ya no pueden estar en la acera «por el movimiento de vehículos. Los guagüeros andan como locos, como echando competencia, y ya no puedo tener a mis hijos aquí afuera».
Miriam Uribe y Moreno Fernández se quejaron por la bulla y el tapón permanente que ahora se produce en su calle. «A partir de hoy ya no se duerme», dijo Uribe.
Una veintena de agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) junto a dos coroneles de la misma entidad serán los responsables de regular el tránsito en toda el área.
De acuerdo con el ingeniero Carrasco, los choferes han obtemperado a las orientaciones de la OPRET y a pesar de los inconvenientes el tránsito está fluyendo sin mayor dificultad.