Tradición en fechas confusas

Tradición en fechas confusas

La confusión creada con la anticipación del feriado laboral correspondiente al Día de Reyes volvió a afectar este año la alegría de los niños: a unos los regalos les llegaron la noche del domingo, a otros anoche.

Unos padres interpretaron que al anticiparse el feriado para el lunes, también los regalos de los niños debían llegar ese día, no el martes como realmente se corresponde con la tradición cristiana.

Entretanto, ayer, las tiendas de juguetes continuaban llenas de personas que adquirían los regalos para los niños, para la celebración hoy, del Día de Reyes.

La tradición cristiana establece que el 6 de enero de cada año se celebre el Día de Reyes, como recordación del Día de la Epifanía o día de la presentación de Jesús a los gentiles.

Sin embargo, las autoridades tomaron la decisión de adelantar la fiesta y declararon el día de ayer como no laborable. Algunas personas consultadas dijeron, no obstante, que no romperían la tradición y será hoy cuando obsequiarán juguetes y otros regalos a sus hijos.

Por una razón u otra, ayer, la cantidad de niños y jóvenes jugando en las calles fue notablemente inferior a la observada en años anteriores, inclusive en barrios tan populosos como Capotillo, Villa Juana, Villas Agrícolas, Espaillat, Villa María y 27 de Febrero, donde hay una gran población infantil.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, como si se tratara de una consigna, todas las personas consultadas por HOY en distintos barrios de la zona norte del Distrito Nacional coincidieron en atribuir a la crisis económica la sobriedad de la más importante celebración infantil del año.

«Tú no ves la calle, que no es igual que antes, que no se ve esa cantidad de niños jugando como antes, es que no hay cuarto», expresó Claudia Polanco, de Villa Juana, quien adujo que antes los padres le dejaban tres y cuatro juguetes a cada niño, pero ahora sólo se les puede regalar uno.

Algunos padres optaron por reciclar juegos del año pasado que todavía estaban en buenas condiciones.

Michael Pequero Sierra, de 12 años, aspiraba a que su padre le regalara un carrito a control remoto.

Recuerda que el año pasado su papá le regaló una patineta, «antes yo jugaba mucho, a mí me compraron una patineta y yo andaba con mis amigos, antes era mejor que ahora».

La situación de Michael es idéntica a la de muchos de sus amiguitos en la calle Libertad de Capotillo donde reside.

Paradójicamente, en los barrios marginados quienes más se quejan no son los niños, sino los adultos; lamentan no poder complacer el deseo de cada niño, pues sencillamente no hay mucho dinero para regalar juguetes.

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