BUENOS AIRES (AFP).- El presidente Néstor Kirchner se vio obligado a suspender sus vacaciones en el sur argentino tras las críticas por no retornar a Buenos Aires luego de la tragedia en una disco que dejó 185 muertos, mientras su aliado, el alcalde porteño, Aníbal Ibarra, sigue en el ojo de la tormenta.

El director del estatal Servicio de Emergencias de la ciudad (SAME), Julio Salinas, dijo que este martes fallecieron una niña de diez años y una joven de 25, lo que elevó a 185 el número de muertos por el incendio desatado la madrugada del viernes en la disco República Cromagnon durante un recital del grupo de rock Callejeros, al que asistían 2.000 jóvenes.

Kirchner interrumpió un período de descanso en la localidad turística de El Calafate y volvió a Buenos Aires, tras ser blanco de críticas opositoras y de familiares de las víctimas durante una marcha celebrada en la víspera ante la Casa de Gobierno y la alcaldía porteña y en comentarios de la prensa del exterior.

La decisión de volver a Buenos Aires la tomó Kirchner este martes luego de que, durante un diálogo telefónico, su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le describió un panorama adverso a nivel local y en el plano internacional por su ausencia ante la tragedia, dijo a la AFP una fuente gubernamental.

Pocas horas después del hecho, Kirchner sólo dijo, a través de su vocero, Miguel Núñez, que estaba «muy compungido» por el incendio provocado por el disparo de una bengala que alcanzó a materiales inflamables en el techo de la disco, en la peor tragedia por causas no naturales de la historia argentina.

Kirchner, que tiene un alto nivel de popularidad, según encuestas difundidas antes del incendio, dio el lunes una declaración desde esa localidad turística del sur del país en la que señaló: «cabe esperar que la justicia actúe rápida y eficazmente identificando y castigando a los responsables».

El «silencio de Kirchner» o la «clamorosa ausencia de Kirchner» fueron algunas de las frases aparecidas el martes, por ejemplo, en la prensa española referidas a la tragedia.

«¿Dónde está Kirchner para decir »Señores, estoy con ustedes, les doy mi pésame»? Yo estoy muy enojada, estoy con rabia», dijo a radio Mitre Mónica Barroso, la indignada madre de un socorrista que falleció en el incendio del salón bailable del barrio porteño de Once.

Testimonios similares se escucharon en la marcha del lunes de los familiares y sobrevivientes, quienes volverán a reclamar el jueves, convocados por el grupo de rock Callejeros a través de su página en internet, bajo el lema: «No olvidar, siempre resistir; por los sueños que se hundieron allá».

Más comprometido, el alcalde Ibarra (centroizquierda) admitió que «por lejos» está en el «peor momento» de su gestión y que la tragedia «genera un quiebre de toda la sociedad argentina», pero aseguró que nunca pensó en renunciar, aunque sí lo hicieron dos funcionarios del área de seguridad.

En su reporte, el director del SAME indicó que aún quedan internados 261 pacientes en hospitales públicos y privados de Buenos Aires y su periferia, de los cuales 138 están en salas de cuidados intensivos.

En tanto, el detenido dueño de la disco, Omar Chabán, declaraba el martes ante la jueza María Angélica Crotto, mientras sus tres socios siguen prófugos.

La situación de Chabán podría agravarse luego de las pruebas recolectadas por peritos policiales en la disco y tras conocerse este martes que el local tenía vencida la habilitación que otorgan los bomberos y debía cerrarse hasta renovar el permiso.

Al parecer, fue un menor sentado sobre los hombros del padre el que lanzó la bengala al techo revestido con materiales altamente inflamables, prohibidos por la legislación, mientras la puerta de emergencia estaba cerrada con candado.

Al festival musical asistían 2.000 jóvenes, cuando la habilitación del local sólo permitía la presencia de 1.037.

Entre las víctimas fatales y heridos hay varios menores que fueron dejados por sus padres en una guardería improvisada en el baño durante el recital.