La violencia de género sigue siendo un desafío para el Estado dominicano
Está ahí. No ha desaparecido. Los trágicos acontecimientos de Higüey en los que un hombre violento, Ángelo Santana, le disparó a su expareja Angélica María Acosta, mató a seis personas e hirió a otras nueve, nos recuerda que la violencia de género sigue existiendo y las respuestas permanecen pendientes.
Y es que detrás de esta tragedia no está el amor, como insinúan la Policía Nacional y los medios de comunicación al citar “motivos pasionales”. ¡Nada que ver! Es un crimen, un delito. Incide una cultura machista en la que niños y hombres son socializados viendo a las mujeres como objetos, propiedades, carentes de derechos y voluntad, por lo que no pueden tomar decisiones ni concluir una relación. En este caso, el victimario tenía antecedentes por violencia de género y la mujer se había separado de él.
Duele mucho ver tantas vidas perderse por este cáncer de la violencia de género que sigue siendo un desafío para el Estado dominicano. Aquí se ha dedicado dinero a campañas, camisetas, folletos y caminatas, pero ni la visión, ni el dinero ni los esfuerzos han sido suficientes. El presupuesto para enfrentar violencias contra las mujeres es bajo y el tema no se asume transversalmente.
Prevalece un enfoque reactivo, donde la prevención brilla por su ausencia. Los feminicidios están antecedidos de violencia verbal y física sobre las que el Estado no actúa, ni siquiera cuando las mujeres denuncian.
No estamos ante casos aislados, se trata de un problema sistémico que se ha hecho más complejo en el marco del COVID-19. Y es que contrario a lo que se pensó inicialmente, el confinamiento no disminuyó la violencia, disminuyeron las denuncias y las estadísticas porque las mujeres estaban confinadas con sus agresores, con más dificultades para denunciar y porque el Estado disminuyó, al menos durante un tiempo, los mecanismos institucionales para denunciar y pedir ayuda.
Hay varios estudios que así lo demuestran, a nivel internacional algunos de ONU Mujeres, a nivel local informes de la Fundación Solidaridad, la UASD y el NAM que analizaron con perspectiva de género el impacto de la covid-19 en RD, encontrando agudización de violencia psicológica y obstáculos para que mujeres víctimas de violencia accedieran a servicios de atención.
La respuesta estatal no incluyó esa mirada con perspectiva de género, aquí hay un machismo institucional del que en muchas ocasiones el Estado es parte.