La circulación de cargas por rutas urbanas e interurbanas es percibida por automovilistas y peatones como de alto riesgo. La temeridad en que se incurre con frecuencia al guiar vehículos de gran tamaño, incluyendo los de visible condición deplorable, obligan a redoblar las alertas tan pronto se les ve acercarse sobre todo en trayectos alejados de las ciudades en los que la fiscalización por autoridades de tránsito brilla por su ausencia. Tiene terreno ganado desde siempre una permisividad que alienta las transgresiones que mantienen a la República Dominicana entre los países de más altos índices de accidentes viales en el mundo. Es en este marco referencial que una de las llamadas patanas que se desplazaba a alta velocidad por una estrecha vía aplastó ayer temprano, parcial y súbitamente, un autobús estacionado y poblado de estudiantes, niños y adolescentes, que serían llevados a sus planteles por la carretera que comunica a los municipios de Hato Mayor y Sabana de la Mar. A dos de los alumnos y al chofer del transporte escolar les fueron arrancadas la vida desastrosamente y varias víctimas más resultaron en estado crítico.
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Es evidente que escapa demasiado a la atención de autoridades la circulación de camiones en condición defectuosa, de poca iluminación obligatoria y con neumáticos lisos. Además, ha faltado rigor y frecuencia en revisar condiciones legales y etílicas de choferes y no se impide regularmente estacionar en carreteras oscuras y sin señales. Mortal por necesidad.