Trágico paralelismo

Trágico paralelismo

De tanto bucear en el mar enredado de internet pesqué un  capítulo del libro Memorias y Meditaciones, escrito por el mariscal Gueorgui Zhukov quien fuera en 1941 jefe del Estado Mayor General  de la Unión Soviética. 

Narra que Stalin, confiado en el pacto de no agresión firmado con el gobierno alemán, representaba una garantía de que Adolfo Hitler no ordenaría una invasión al territorio soviético. Hasta el último instante se negó el jefe del Kremlin a aceptar la inminencia del ataque de las tropas germánicas. Correspondió a Vyacheslav Molotov, jefe del Consejo de Ministros pasar este amargo mensaje: El gobierno alemán nos ha declarado la guerra.  A seguida comenta Zhukov: “Stalin se dejó caer callado en una silla profundamente. Sobrevino una penosa y prolongada pausa. Yo me arriesgué a romper el dilatado silencio y propuse lanzar inmediatamente todas las fuerzas existentes en las regiones fronterizas contra las unidades enemigas que habían penetrado y detener su avance”.

Setenta años después de estos trágicos acontecimientos que costaron más de 20 millones de vidas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, contemplamos junto a don Pedro Mir “Un país en el mundo/ donde un campesino breve,/ seco y agrio/ muerde y muere/ descalzo su polvo derruido,/ y la tierra no alcanza para su bronca muerte./ ¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido./ Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,/ triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije:/ sencillamente triste y oprimido”.

No han sido las tropas de Dessalines, Boyer, Pierrot y  Soulouque quienes han penetrado al sagrado suelo dominicano. Esta vez los soldados son microscópicos y vienen artillados con armas biológicas, se trata nada más y nada menos que los incontables ejércitos del moderno Atilas, el Cólera.  Es un despiadado enemigo que invadió por la frontera y se ha reproducido como la verdolaga ante la mirada incrédula de muchos estalinistas que se niegan a aceptar dura y pesada realidad de la epidemia colérica. Si la alerta no funciona entonces se hará necesario alarmar a la población más  vulnerable a los ataques mortales de estos gérmenes mortíferos. Los decesos por esta diarrea epidémica no han alcanzado su clímax todavía, estamos en la parte ascendente de la curva de mortalidad. Lo peor no ha pasado aún.

No se trata de asustar sino de contribuir a hacer conciencia de la gravedad del mal. Hace falta un mayor esfuerzo en todos los sentidos de parte cada uno de los actores llamados a participar activamente en el combate a la epidemia. Minimizar la dimensión real del cólera en la República Dominicana sería algo así como mandar a dormir a las tropas  de defensa, dejando a merced del  enemigo al pueblo amenazado.

Recordemos  lo que informaba el mariscal Zhukov a Stalin: “Los alemanes bombardean nuestras ciudades en Ucrania, Bielorrusia y el Báltico”. Aquí el Vibrio cholerae mata en el sur, el este, el norte  y  en las principales ciudades del país. Medio centenar de muertes  contabilizadas oficialmente es más que suficiente para decretar el estado de guerra. Don Pedro, por favor, ciérreme este artículo con un aliento esperanzador: Dominí, no estás tan solo,/no estás solo, Dominí./ Te acosa el hambre y el dolo,/ solo que tú no estás solo…

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