Tranque fiscal del capitalismo desarrollado

Tranque fiscal del capitalismo desarrollado

Los movimientos sociales que sacudieron muchos países capitalistas desarrollados en el año 2011, y las elecciones celebradas en los últimos meses en Europa, indican claramente que la crisis fiscal del capitalismo comienza a tocar fondo.

En el epicentro de la crisis hay una explicación simple: los capitalistas, en busca de mayores ganancias, retuercen las propias reglas del capitalismo y debilitan los mecanismos de protección social que se establecieron en la post-depresión como sustento del propio sistema.

En Estados Unidos, el boom económico de la década de 1990 tuvo como uno de sus sostenes la desregulación del sector financiero. Los bancos o cuasi-bancos se involucraron en negocios insostenibles, entre ellos, los préstamos hipotecarios a personas sin adecuada capacidad de pago en un período de aumento exorbitante del precio de los inmuebles.

Luego, en la primera década de este siglo, el gobierno se sobre endeudó para sostener el complejo militar-industrial en la llamada guerra contra el terrorismo. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 ofrecieron un cheque en blanco a George W. Bush para multiplicar los gastos militares.

Estos procesos estuvieron precedidos en la década de 1980 por una campaña que encabezó Ronald Reagan de reducción de impuestos dirigida fundamentalmente a aumentar el capital de los más ricos; y en el gobierno de George W. Bush se redoblaron los esfuerzos para reducir los impuestos.

Como las promesas de reducción impositiva son siempre bien acogidas por la población, los más ricos han podido beneficiarse desproporcionadamente sin enfrentar una lucha de clases.

Para Estados Unidos, el desafío de la crisis fiscal consiste ahora en cómo restablecer las finanzas públicas sin caer en una nueva recesión.

Barack Obama propone una vuelta a la situación de la década de 1990 cuando los ricos pagaban más impuestos. Pero los republicanos plantean mayor reducción de impuestos y desregulación empresarial. De ahí el tranque fiscal.

En la contienda ideológica y política siguen ganando los republicanos, a pesar del discurso de Obama y del movimiento “Ocupar Wall Street”, que se convirtió en voz disidente de la receta neoliberal a fines de 2011.

En Europa, la situación es complicada porque hay discrepancias internas en cada país, y además, problemas entre los países por la moneda común y las políticas de austeridad.

Grecia es caso emblemático. Un Estado sobrecargado de gastos para sostener un nivel de vida que se corresponda con el de los países más desarrollados de la euro-zona. La crisis fiscal tocó fondo y ahora los griegos están sometidos a un tortuoso proceso de desempleo masivo, mayores impuestos, austeridad, y privatización acelerada de bienes públicos a favor del gran capital.

El resultado político fue, primero, un gobierno tecnocrático para reformar con receta neoliberal, y ahora, la elección de un parlamento sin mayoría de ninguna fuerza política y con dominio de los extremos políticos.

En España, los votantes sacaron a los socialistas en noviembre pasado, y en Francia los votantes eligieron a los socialistas el domingo pasado. La constante política es la pérdida de legitimidad de los gobiernos electos.

La falta de fórmulas aceptables para salir de la crisis fiscal mantiene a Europa en un carrusel sin rumbo claro, sumamente peligro en un continente proclive a la xenofobia, el fascismo y las guerras; atado ahora por una moneda común que no encuentra el mismo sustento en Alemania que en Grecia o España.

Alemania espera mantener su dominio a expensas de los otros países, imponiendo austeridad después del derroche financiado por sus bancos, pero la desesperación de amplios conglomerados sociales se convierte en obstáculo de las pretensiones tecnocráticas neoliberales.

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