Tranque presupuestario

Tranque presupuestario

PEDRO GIL ITURBIDES
La Nación dominicana se encuentra a seis meses de las elecciones de medio tiempo que tendrán lugar en mayo. El día 16 de ese mes los ciudadanos elegiremos a los integrantes de las Cámaras Legislativas y de los gobiernos locales. Salvo los actuales funcionarios del Poder Ejecutivo, nadie desea que se le vincule al establecimiento de nuevos tributos o a la ampliación de los existentes. Por tanto, estamos a las puertas de un tranque presupuestario.

El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha expresado su interés de que se ponga en vigencia el tratado de libre comercio a partir de enero.

La ejecución de este convenio supone la disminución de tarifas arancelarias en montos ya discutidos como parte del acuerdo. El administrador de la cosa pública insta a los actuales legisladores a cambiar estos tributos al comercio exterior por otros tan gravosos como éstos, a bienes y servicios de expendio local. Y en este simple aspecto de la cuestión queda centrado el tranque presupuestario.

Durante mucho tiempo nos hemos preguntado a través de estos escritos cuál será el beneficio que para el pueblo tendrá el famoso tratado si cambiamos treinta y tres mil millones en derechos e impuestos al comercio exterior por treinta y tres mil millones a bienes y servicios que ya estén en el mercado

nacional. ¿Cuál es el beneficio para los consumidores residentes en el territorio dominicano? Y porque la pregunta no tiene respuesta hay un tranque presupuestario a la vista.

Cuando se promocionaba el tratado se nos decía que los dominicanos obtendríamos bienes y servicios más baratos. Sin duda, algunos bienes de consumo que cuentan con polémicos subsidios en el mercado productor estadounidense entrarán al país a precios atractivos. Los productores nacionales de los mismos artículos, pagando energía eléctrica excesivamente cara, tributos inimaginables, financiamiento oneroso, no podrán competir con aquéllos. Por tanto, muchos de esos productores locales tendrán que dedicarse a la importación o, retirarse. Y porque no pocos tienen esta visión de las perspectivas que tenemos por delante, a la vista se encuentra el tranque presupuestario.

El tratado es un reto, como dijésemos en alguna ocasión. Porque si bien ofrece el nirvana para el consumidor, constituye una ocasión de replantear nuestro mercado productor. No se determina ello mediante políticas públicas que orienten al país, sino por vía de traumáticas expectativas como las que derivarán de la aplicación del tratado. Pero bien lo dice una frase muy criolla, que para salvarse unos tienen que embromarse otros. En realidad lo decimos de otra manera, pero ustedes me entienden.

Y este es el caso que, por no delinearse a satisfacción de todos, obliga a los actuales legisladores a ser cautos. Y tratan de evitar que los electores los miren con ojeriza en los comicios de mayo venidero.

Todo se resolvería si el Poder Ejecutivo sacrificase buena parte de sus aspiraciones de obtener un cambio de un impuesto por otro. Porque si en vez de andar en un toma y daca se procurase lograr lo que el Presidente Leonel Fernández prometió en su jura, tal vez no se estaría a las puertas del tranque presupuestario.

De todos modos, en lo que constituye un acontecimiento sin precedentes, este diario nos informa en la edición del sábado pasado, que los legisladores recibirán dos anteproyectos del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos. Es una especie de extorsión política disimulada que, sin embargo, con el número de votos apropiado, podría enmendarse. Y entonces, disponerse de un presupuesto para el año fiscal 2006 a satisfacción de unos e insatisfacción de otros.

Cabe esperar que los dos anteproyectos se hagan públicos para entonces juzgarlos y saber si sobrevendrá el tranque o una votación legislativa organizada bajo un objetivo, obviará el entuerto.

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