Tranquilizante

Tranquilizante

Durante algún tiempo el nerviosismo caracterizó el comportamiento de las operaciones del mercado petrolero.

Diversos factores, entre éstos geopolíticos y climáticos, dieron lugar a esa situación, que determinó alzas constantes en los precios del crudo y sus derivados.

Hubo momentos en que las presiones de la demanda, motivadas entre otras cosas por el inusitado auge de la economía china, afectaron el comportamiento de una oferta que los países productores mantenían restringida, y esto tuvo efectos adversos sobre los precios.

Empero, de un tiempo a esta parte los precios internacionales del petróleo han ido experimentando descensos consecutivos, siguiendo una tendencia que, salvo contingencias, conducen al mercado petrolero hacia un período de estabilidad.

Los efectos sobre la economía dominicana han sido altamente positivos.

Durante siete semanas los precios de los combustibles han experimentado sucesivos descensos y, por supuesto, ha habido un alivio significativo en el peso de la factura petrolera sobre las finanzas del país.

En el panorama mundial no hay a la vista en los actuales momentos perturbaciones que pudiesen determinar un torcimiento de la tendencia hacia la estabilidad que se advierte en el mercado de crudos.

La disminución de las tensiones en el Oriente Medio ha contribuido a esta tendencia beneficiosa para el mundo, y en particular para las economías frágiles como la nuestra.

Lo menos que se puede pedir es que esta tendencia se mantenga y que los países que determinan las políticas del mercado petrolero no encuentren nuevos pretextos para alterar el rumbo de las economías.

Indefensos

Algo que no se entiende es que las continuas reducciones de precios experimentadas por los combustibles durante las últimas siete semanas no hayan tenido influencia en los precios locales de los bienes y servicios.

El solo hecho de haber desmontado la comisión cambiaria de un 13% aplicada a las importaciones, ya debió haberse reflejado en los precios de los bienes y servicios, pero no ha ocurrido así. Ese desmonte, sumado a las reducciones de costos por las bajas de los derivados del petróleo, ha debido traducirse en ahorro para los consumidores, pero no ha ocurrido así.

La globalización de la economía y la apertura de mercados han neutralizado los controles oficiales de precios, y eso es una verdad. Pero otra verdad es que el Gobierno tiene medios y facultades para hacer que las industrias y comercios armonicen los costos en descenso con los precios.

Sin duda que hay un trato abusivo del comercio hacia los consumidores. Hay un estado de cosas en medio del cual se ha multiplicado la rentabilidad de ciertos negocios mientras se mantiene estática la presión de los precios sobre los consumidores y usuarios de bienes y servicios. Está a la vista que los consumidores de este país no tienen quien los defienda.  

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