Transferencia de conocimientos: imprescindible para el desarrollo

Transferencia de conocimientos: imprescindible para el desarrollo

En verdad, varios países de la región han ido escalando peldaños de la compleja escalera del progreso situándose en posiciones más propicias para llevar a sus países por un derrotero de mayor bienestar.

No se puede desconocer que en los últimos años el nuevo escenario geopolítico prevaleciente en el mundo le ha permitido a América Latina y el Caribe mayores tasas de crecimiento y disponibilidad de recursos – por crecientes exportaciones de sus bienes naturales a muy buenos precios – sobre cuya plataforma se estima que fueron extraídos de la pobreza unos 70 millones de habitantes y se incorporaron a la clase media alrededor de 50 millones. A su vez, esta región, la de mayores desigualdades en el mundo, ha visto reducir algo sus niveles de desigualdad.

Sin embargo, nuestros países no pueden seguir dependiendo eternamente de la exportación de recursos naturales; tienen que avanzar a la fase de agregar valor – para poner un ejemplo nacional: producir y exportar chocolates en vez de exportar solo cacao -. Sí, eso nadie lo pone en dudas, pero lo cierto es que para producir bienes con más valor urge tener más conocimientos, más capacidad técnica, crear nuevas empresas con potencial de innovar para ser más productivos y, por tanto, más competitivos. Por esa razón, globalmente, la región demanda un mayor flujo de transferencia de conocimientos, lo que hasta hace poco se le llamaba “know how”; asesoría técnica. Hoy es tan, o quizás más urgente en algunos casos, que la transferencia de recursos.

Ya he indicado en trabajos previos que mientras que en las naciones punteras en investigación y aportes científicos cuentan con más de 3 mil investigadores por millón de habitantes, en este continente apenas se cuenta con 560 científicos e investigadores por millón de personas, estando además con alta concentración en pocos países y en áreas no básicas. El Banco Mundial nos ha advertido: “En la medida en que existen relaciones causales entre el emprendimiento y el crecimiento de la productividad, cabe recurrir a los instrumentos de las políticas para acelerar el proceso de desarrollo mediante la mejora de los incentivos y el apoyo de las instituciones a la innovación de los emprendedores”. Un papel clave de los gobiernos no es solo aportar infraestructura logística, así como seguridad jurídica e institucionalidad sino, también, desarrollar y preparar adecuadamente su capital humano y ponerlo en condiciones de enfrentar con éxito los desafíos tremendos de este siglo XXI y sus mercados. Poco y lentamente se avanzará si no se le presta toda la atención al perfeccionamiento de los sistemas educativos y a provocar un cambio de mentalidad. Dejemos atrás el siglo XIX y afiancémonos en este XXI.

Un estudio de la organización empresarial Manpower Group mostró que el 36% de los empresarios en el mundo no encuentra personal calificado adecuado para sus necesidades productivas. Prestemos la mayor atención a quienes nos advierten que poco haremos si no desarrollamos la capacidad de innovar e investigar.

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