Transfobia, una dura realidad

Transfobia, una dura realidad

El género se aprende y se internaliza desde la niñez a través de la socialización de: normas, mandatos, pautas de comportamiento, se aprende a ser niño o a ser niña en forma totalmente opuesta y bipolar desde el entorno social, familia, escuela, medios de comunicación.
Dentro de esta bipolarización aprendida social y culturalmente (hombre-mujer) se excluye toda posible manifestación de orientaciones sexuales diversas como: homosexualidad, bisexualidad, lesbianismo, transexualidad, intersexualidad. “La realidad transexual permite reconocer, que frente a la concepción biologista bipolar del sexo-género, existe una realidad de géneros e identidades múltiples”. (Rodríguez Alemán 2002: 239)
“El análisis antropológico de la transexualidad permite, considerarla como una expresión cultural distinta de lo que prescribe la naturaleza. La perspectiva antropológica permite hacer un recorrido por el tiempo (la historia en diversos contextos sociales) y el espacio (distintas sociedades contemporáneas) para ver su variabilidad, y por tanto, sus expresiones culturales”. (RodríguezAlemán 2002: 241)
Por mucho tiempo toda orientación sexual distinta a la heterosexualidad fue considerada como “enfermedad” o “patología”. Esta situación cambia desde mayo de 1990 cuando se declara que la homosexualidad, transexualidad, lesbianismo, bisexualidad y toda manifestación de diversidad sexual es un derecho, se niega su contenido patológico o de “enfermedad” desde las ciencias médicas, biológicas y sociales.
Las personas con orientaciones sexuales diversas en nuestro país sufren discriminación en distintos ámbitos. Dentro de este grupo de personas, las personas trans (hombres trans y mujeres trans) son las más afectadas siendo víctimas de: agresiones verbales, físicas, discriminación laboral, social y médica. En muchos centros de salud públicos y privados se niegan a atender personas trans o lo hacen con mucho irrespeto y maltrato. Muchas personas trans mueren por negligencia médica, llegan al centro y no son atendidas a tiempo, sino que el personal de salud se burla de ellas y las humilla.
Las historias de vida de personas trans que hemos recogido en diversos estudios (ONUSIDA 2012) muestran una vida llena de exclusión, discriminación en centros educativos, comunidades, comercios y espacios laborales. Muchas de estas personas no tienen oportunidades de acceso a un proceso educativo formal y superior ni a un empleo formal. Son rechazadas y discriminadas. De ahí que gran parte se dedique al trabajo sexual como opción de sobrevivencia encontrándose en condiciones de riesgo y vulnerabilidad.
Ofrecer información estadística de esta realidad no es posible porque no aparecen en las estadísticas, son invisibles. Su invisibilidad es parte de su exclusión y marginalidad. El uso de la figura de personas trans para comedias y chistes agudiza esta situación de exclusión y genera una gran barrera en su interacción social.

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